En un mundo lleno de álbumes ultra complejos y ultra producidos y con múltiples colaboraciones, es bueno saber que existen bandas como Cloud Nothings. Ya con cuatro álbumes bajo el brazo, la banda ha progresado mucho en lo que mejor sabe hacer: música no pretenciosa que a veces es melódica, pero en momento muy intensa, y que sirve como el vehículo perfecto para que Dylan Baldi plasme sus composiciones. Su primer álbum homónimo sentó las bases para lo que sería la banda, pero fue con Attack on Memory en donde su sonido realmente se comenzó a definir. La placa de 2014 Here and Nowhere Else realmente perfeccionó este sonido.

Life Without Sound comienza con una melodía de piano que nos hace pensar en que Baldi está incorporando nuevas cosas en la mezcla. Pero mientras pensamos esto, aparecen las guitarras que dejan esa melodía inmediatamente atrás y nos encontramos con los riffs característicos de la banda. Una de las fortalezas de Baldi como compositor, es su habilidad de cambiar de canciones más frenéticas (como Internal World) a melodías más oscuras y disonantes como Strange Year, pero que a la vez mantiene un sonido consistente a lo largo del álbum. Hay muchos pasajes que nos recuerdan a Here and Nowhere Else, y esto es quizás una de las mejores cosas acerca de este disco. A pesar de que nos recuerda al álbum anterior, la producción de Life Without Sound es mucho más liviana y se siente más espaciosa en comparación a Here and Nowhere Else. Esto es algo que a algunos les gustará, y a otros no. Por ejemplo la sensación de una catarsis sonora está presente, pero no al mismo grado de lo que escuchamos en 2014. A momentos se nos hace inevitable pensar a que se pegaron a la formula de Here and Nowhere Else, que sin duda alguna funciona, pero hubiese sido genial un poco más de experimentación en Life Without Sound.

A pesar de que Cloud Nothings es una banda muy establecida y popular, Dylan Baldi solo tiene 25 años, así que no hay duda de que se nos vienen años y años de música en donde podrá comenzar a experimentar y potenciar el sonido de la banda. Hay momentos en donde percibimos en pequeña manera esta experimentación. El penúltimo track, Strange Year empieza con un quiebre a un gran coro, pero que va construyendo una melodía sonora sucia, y en donde al final aparece una especie de piano sacado de una película de terror ochentera. Realize My Fate es una canción perfecta para cerrar el álbum, tiene una batería fuerte que va subiendo en intensidad y se conecta con las guitarras disonantes que nos brindan un momento genial.

Sin duda alguna Cloud Nothings nos entrega una placa solida para comenzar el año, y en donde continúan creando más del sonido que los caracteriza. Es una banda joven y que tiene mucho más que entregar, no es un disco perfecto, pero si que dará que hablar y con el que esperamos que vengan a nuestras tierras