Por Bayron Ríos
Fotos por Juan Kattan – @kattan.ph
Tal cuál lo leen en la bajada del título, esto no es un simulacro. Los británicos de Slowdive volvieron al país, en su segunda visita, como número de cierre a las bandas que cruzaron la cordillera, aprovechando el vuelo del Primavera Sound en Argentina. Con nuevo disco bajo el brazo, “Everything is Alive” (2023), el conjunto se anotó con una presentación que quedará marcada a fuego en el público asistente y con la proeza de haber logrado domar a la bestia acústica del Coliseo.
Con un llenísimo Teatro Coliseo, la banda que integran Rachel Goswell, Neil Halstead, Nick Chaplin, Christian Savill y Simon Scott, presentaron material de su último álbum de estudio junto a sus grandes éxitos, con una ecualización que funcionó como reloj dentro de las paredes del recinto de metro Moneda. Slowdive hizo sonar bien al teatro, disipando todo manto de duda ante la realización del concierto en dicho espacio, conocido por su lamentable acústica.
La ansiedad por ver a uno de los nombres más icónicos del shoegaze se podía palpar hace días en redes sociales, desde el sold out informado desde producción hasta clips subidos por la mismísima Rachel alabando el pogo en la presentación del Primavera Sound en Argentina. ¿El fanático chileno podría superar la vara de nuestros vecinos?
Con la cancha superando su capacidad de público, y ya en la hora del comienzo del show, alguien de producción tomó el micrófono del escenario con un mensaje de la banda: la información indicaba la situación de salud de Rachel y su imposibilidad de cantar por lo que el grupo declinó la idea de cancelar el show y lo realizarían con ella en guitarra y teclados solamente.
Ante el alivio de los fans y los aplausos por la decisión, el conjunto aparecía rápidamente sobre el escenario con una cerrada ovación a Rachel, quien se notaba emocionada por el afecto de los fanáticos nacionales. La primera en iniciar la velada fue “shanty” y la sorpresa fue inmediata, los instrumentos se percibían claramente, de forma cristalina se iban armando las capas de delay en las guitarras, el brumoso sintetizador Moog y con la voz de Neil envolviendo toda la maraña sonora que se formaba en el teatro y lo mejor de todo era sumamente distinguible cada instrumento. El milagro se hacía realidad: el Coliseo estaba sonando bien y tal vez por primera vez desde el 2016 a la fecha.
“Star Roving” fue la mecha para una encendida cancha, que no dudó en saltar, bailar, gritar, cantar cuando lo ameritaba. Rachel parecía que cortaba las huinchas, ya que al no poder cantar realizó la mímica a toda la letra de la canción mientras animaba al público a dejarlo todo en cancha. La canción “Slowdive” nos llevaba a la primera etapa del conjunto; el primer golpe de la velada llegaría con “Catch The Breeze”, canción que toma una gran fuerza hacia el coro y con un explosivo final, que hizo construir un verdadero muro sónico de reverberación y delay, y con las paredes del Coliseo que servía de colchón a la estridencia de los pedales y guitarras.
Era de no creerlo, el teatro le sumaba una cuota de inmersión a los hipnóticos bloques sonoros que formaba la banda, transformándose el propio reciento en un elemento extra de la presentación. “Souvlaki Space Station” y “Crazy for you” sonaban de forma casi idéntica los trabajos de estudio, al igual que todas las canciones que formaron parte del setlist. “Sugar For The Pill” fue uno de los puntos altos de la noche, al igual que “kisses”, primer adelanto de lo que es su último disco.
Pero lo mejor estaba para el final, la etérea cadencia de “Alison” ponía a flotar al público, en uno de sus grandes éxitos, para arremeter al ensueño con “When the Sun Hits” y su hermoso ruido, con una cancha que reventaba en júbilo. Neil da las gracias y rápidamente la banda sale del escenario. Los vítores no se hicieron esperar y tras unos minutos, el conjunto regresaba nuevamente para la última sección del show, iniciando el bis con la atmosférica “Slomo”, seguida de una sentida interpretación de “Dagger”, uno de los puntos altos de la noche.
La catarsis se apoderó una vez más del público para el remate con “40 Days”, las distorsiones de las guitarras coronaron una noche mágica y con un show que estuvo al dente, en su punto. Aunque se sintió la ausencia de Rachel en las voces, su sola presencia fue cautivadora al tener al quinteto sobre el escenario; punto aparte el excelente manejo de la banda en cuanto a replicar la muralla de sonido propia del estilo y lo hecho por el Teatro Coliseo al recibir quizás su prueba más difícil y haberla superado con honores, un impacto haber escuchado shoegaze en el Coliseo y que haya sonado de forma tan cristalina. Hay una luz de esperanza para escuchar