Por Bayron Ríos

Fotos por Rodrigo Lagos

Siendo la jornada más equilibrada en cuando a shows, la jornada del domingo comenzó intensamente y desde temprano porque uno de los favoritos de la casa regresaba tras una ausencia de 5 años, tiempo en donde Alex Anwandter editó su último trabajo de estudio y se consolidó aun más en la escena musical del país.

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Su presentación comenzó con “Amiga” con un Alex devorando el escenario para continuar con “Casa Latina”, dos batatazos que ni la hora y el sol que posaba encima de todos, hicieron mella en una presentación redonda y que dejó a muchos con gusto a poco. Y es que los shows de Alex se debe entregar la vida por completo, nada se debe dejar a medias.

Para la ocasión, Alex estrenó banda en formato lite, sin sus tecladistas, pero con la adición de dos coristas, las cantantes Celeste Shaw y Rosario Lircay, que aportaron más fuerza a la presentación del ex Teleradio Donoso.

“Siempre es Viernes en mi Corazón” desataba la euforia de los fanáticos, junto a la certera “Traición”, dedicada a todos los hombres, como es ya habitual en las presentaciones del cantante. Siguiendo la tónica del festival, las situaciones de peligro se hicieron presente en “Tormenta” cuando desde el público comenzaron a hacer señas hacia el cantante. Una vez terminada la canción, Alex preguntó al público si estaba todo bien y ante la positiva respuesta de los fans, el show siguió a normalidad.

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El cantante también mostró parte de lo que será su nuevo álbum, “El Diablo en el Cuerpo” a editarse el 26 de mayo, con el single “Maricoteca” y la nueva “Qué Piensas hacer sin mi Amor?”, single hecho para la pista de baile y con unos sintetizadores arpegiados a la Moroder. “Cordillera” trajo a la palestra la necesidad de las canciones protesta frente a la situación que vive el país a 50 años del Golpe Militar.

El tramo final del show llegó con “Locura” y “¿Cómo Puedes Vivir Contigo Mismo”, canciones que pusieron el broche a una presentación incendiaria y con la demanda para una próxima presentación en un horario más amable, tanto para el público como para la banda. Porque 45 minutos no se hacen nada frente a la innegable calidad de Alex Anwandter.