Por Bayron Ríos
Fotos por Juan Kattan – @Kattan.ph
Sin lugar a dudas lo ocurrido este fin de semana en el Estadio Nacional quedará marcado a fuego en la historia de la música chilena contemporánea, tanto por la importancia musical del evento y la trayectoria propia de la banda, el recorrido natural del regreso de Los Bunkers a los escenarios debía ser “finalizar” de manera obvia en el recinto de Ñuñoa con 100 mil personas, repartidas en dos fechas, como testigos de este enorme hito.
Y es que después del fin de Los Prisioneros, Los Bunkers tomaron la posta de ser la banda más importante del llamado rock chileno. Desde su anunciado regreso se ha vivido una verdadera bunkermanía en el país y esto se vio reflejado a lo largo de todo el tour que realizaron los penquistas y que fue coronado con la presentación doble en el Estadio Nacional.
La fría jornada del domingo comenzaba con los actos previos de Pedro Piedra, quien mostró parte de su discografía, logrando una total conexión con el público. En un inédito formato de teloneo, el humorista Fabrizio Copano tuvo un par de minutos para realizar una rutina en donde repasó lo que significa ser padre, su vida matrimonial, entre otras hierbas. Luego vendría el turno de Marcelo Aldunate, en clave dj set. El hombre de radio, fundador de Rock & Pop y Radio Uno, transitó entre archiconocidos hits internacionales y algunos bocados nacionales como Los Prisioneros, Los Jaivas y Cecilia. Un número descafeinado y predecible, pero destacando el hecho que Aldunate mezcló la música y no fue un tren de canciones, una tras otra. Bien ahí.
Ya entrada la noche y con el nerviosismo propio de esperar el momento del plato de fondo, cuando el reloj marcaba las 20:55, en la pantalla principal del escenario un enorme reloj se activaba con una cuenta regresiva de cinco minutos. El tiempo que separaba el encuentro entre la banda y su público. El segundo round de los penquistas estaba a punto de iniciar.
Subiendo rápidamente al escenario y tomando sus respectivas posiciones, Los Bunkers comenzaron el show con “Ven Aquí”, uno de sus mega éxitos y que le da el nombre a este tour. “Te Vistes y Te Vas” arremetía, pegada sutilmente a “Yo Sembré Mis Penas de Amor En Tu Jardín”, seguida de “Miéntele”, activando el karaoke por parte del respetable.
Es sabido que los setlist se van repitiendo y amoldando en cada fecha del tour y la gran ausente durante la mayor parte de la gira fue “Canción de Lejos”, joyita que solo es sacada a relucir en los momentos más importantes y significativos para la banda. La canción tomó una mayor impronta en el Estadio Nacional, acompañada de visuales generadas por IA, entregando uno de los primeros momentos emocionantes de la noche.
Ya llegando casi al final del primer acto de la jornada, una extendida versión de “Ahora que No Estás” hipnotizaba a todos los presentes con un duelo de guitarras a cargo de los hermanos Durán. Luego llegaba el turno de “La Velocidad de la Luz”, dedicada a Mauricio Basualto, alejado temporalmente de la banda debido a complicaciones de salud. Con una hora de show a cuestas, Los Bunkers cerraban con “El Necio” la primera parte del concierto.
El segundo acto de la velada comenzaba con una emocionante postal y que quedará por siempre registrada en los anales de la música nacional. Enfundados en ponchos, tal como sus inicios homenajeando a Quilapayún, Los Bunkers se asomaron por la escotilla número 8 del Estadio Nacional, en el memorial dedicado a los detenidos desaparecidos y prisioneros que estuvieron cautivos en el complejo deportivo. La ovación fue total en el recinto, demostrando que la memoria sigue intacta y con la convicción de que nunca más aceptaremos algo así en el país nuevamente.
Con los ponchos, bombo y guitarra de palo al hombro, Los Bunkers tocaron “La Exiliada del Sur” acrecentando aun más la emotividad del momento. Tras unas sentidas palabras de Mauricio Durán, la banda entregaba otro peak de emoción con “El Detenido”, canción que fue escrita para ser cantada allí, tal como expresó Durán previo al tema. El set acústico finalizaba con uno de sus primerísimos hits, “Entre Tus Brazos” y con el aplauso de todo el estadio agradeciendo el emocionante instante vivido.
Una de las gratas sorpresas de la noche llegaba con Guaripolo, el personaje favorito de los niños de 31 Minutos, quien distendió el ambiente con unas palabras dedicada a la banda, que recorrió un extremo del estadio al otro para regresar rápidamente al escenario principal para interpretar “Una Nube Cuelga Sobre Mi” junto a Tulio Triviño, Juan Carlos Bodoque y el resto de la pandilla.
La fiesta continuaba con “Las cosas que Cambié y Dejé por Ti”, la emocional “Ángel Para un Final” y “Fantasías Animadas de Ayer y Hoy” con Francis en la amónica. Otro de los puntos altos de la noche llegó con “Deudas” en donde el coro del público se fundía con la fuerza de Cancamusa en la batería.
También un punto alto de la jornada fue el arco final del álbum “Barrio Estación” (2008) con la tripleta “El Mismo Lugar”, “Tarde” y “Abril”, acompañados con un ensamble de cuerdas y vientos y con Pedro Piedra a cargo de los teclados. La tremenda “Nada Nuevo Bajo el Sol”, “Bailando Solo” y el himno bunkerísitico de “Miño” le ponían final al tramo principal del concierto.
Los momentos emocionantes aun no llegaban a su fin, porque la banda regresó al escenario con “El Derecho de Vivir en Paz”, con la particularidad de tener de manera virtual al mismísimo Víctor Jara interpretando su canción, frente a los cientos de fanáticos apostados en el Estadio Nacional. La emotividad continuaba junto a “Canción Para Mañana”, concluyendo ya la jornada con “No Me Hables de Sufrir” y el broche de oro con “Llueve Sobre la Ciudad”, cerrando así tres horas de show que se pasaron en un abrir y cerrar de ojos.
Los Bunkers tocaron techo con sus presentaciones en el Estadio Nacional, desde el despliegue técnico con un escenario digno de cualquier agrupación internacional (4 enormes pantallas y dos de estas móviles y con una pasarela que se dividía en 3 pasillos) hasta la conexión que han cosechado con el público, desde familias completas, niños, jóvenes y adultos, los penquistas recibieron con creces la categoría de mega estrellas, por lo que queda continuar pavimentado el camino y esperar a que se convierta en tradición ver a la banda en un escenario tan impactante como un absoluto Estadio Nacional lleno.