Para comenzar este escrito, no hacemos este tipo de publicaciones ya que lo dejamos para nuestros recuerdos y comentarios entre amigos en carretes musicales, pero esto hay que contarlo a viva voz, ya que es una experiencia realmente fuera de lo común.

La historia comienza así, estaba en Chicago en el metro, saliendo de la segunda noche del festival Riot Fest, con mi amigo Joaquín, otro chileno que fue a fotear al evento y que como era de costumbre, nos íbamos a nuestros respectivos hospedajes a través de dicho transporte público. Para evitar aglomeración, caminamos a una estación anterior evitando toda la fauna de persona que salía del festival a tomar la estación California, por ende, llegamos a la estación Kedzie de la línea rosada, pero como también había mucha gente, tomamos el tren en sentido contrario, para luego bajarnos en la estación Central Park e irnos hacia el centro de la ciudad.

Con Joaquín, conversando del festival, me dice mira al lado está Mike Kinsella (American Football, Owen) y una chica con él conversando, y como buenos sudacas que somos, le pedimos una foto, un saludo y listo. Mike, amablemente accedió, en un estado medio copeteado, porque lo había visto en la zona de invitados del evento tomando, entonces estaba en un sentido con copas demás pero en la buena onda. Posterior a eso, Joaquín le mostró una foto con él que se había sacado hace algunos años atrás, por mi parte también tenía una foto con él cuando se presentó con Cap’n Jazz en el after show de Riot Fest por allá en el 2017,  pero no se la mostré por que no la encontré :D.

En fin, luego de eso, le dimos las gracias a Mike, tras una breve conversación, nos fuimos cada uno por su lado. Con Joaquín seguimos conversando de la vida y Mike con la chica que la acompañaba, también por su lado. Pasaron unos minutos, y se nos acercan Mike y la chica, nos dicen en un tono súper piola, si pedimos un Uber o Lyft, no recuerdo que era para irnos todos juntos al centro, nosotros dijimos Dale, pero al final llegó el tren que nos dejaría cercano a nuestros destinos y nos subimos todos. Luego nos fuimos conversando de la vida con ellos, de música, de la vida en Chicago, de nuestras vidas en Chile y todo eso, todo se dio en un ambiente súper natural, nada de como un fan más, como si fuéramos amigos de la vida y nos íbamos conversando de cualquier cosa. Mike y la chica que lo acompañaba, súper simpáticos en todo momento, con ganas de tirar la talla y de conocer de nuestra cultura, nos preguntaba cuál era nuestra comida típica y los tragos que tomábamos.

Se dio una conversación bastante distendida, yo le había hecho la invitación a tomar pisco, como buen chileno que viaja, siempre me llevo una o dos botellas para compartir en mis viajes y en esta oportunidad no fue la excepción. En un principio Mike prendió y la chica ahí medio dudosa decía cómo que si, pero nunca en la mala onda. Kinsella dijo que quería comer algo antes de ir a tomar, nos invitó a que los acompañaramos a comer, yo y Joaquín accedimos encantando. En mi interior decía, esto es algo surreal y que pocas veces lo viviré o nunca más lo viviré en mi vida, que un artista que admiras su música y que tienes la suerte de encontrarlo en el metro, te hable y te invite a comer, y por dentro estar como wow!!

Luego de eso, nos bajamos en el Loop de Chicago, que sería el centro mismo, no recuerdo qué estación era, sí fue Ashland o Clinton, porque hacíamos combinación con una estación de línea verde de la ciudad. Salimos de la estación y caminamos unas cuadras hasta llegar a un restaurante si no me equivoco llamado Monteverde. Este se encuentra cerca del centro y es medio costoso para comer. Nos sentamos en una mesa redonda grande y cada uno pidió un trago, Joaquín pidio algo sin alcohol ya que no bebe, yo pedí una copa de vino italiana, Mike creo que pidió un negroni como trago y la chica pidió agua y no sé qué más. Mirando los platos, por lo bajo estos salían 25 dólares hacía arriba, estamos hablando 25 lucas un simple plato de comida, en el cual cada uno pidió lo suyo y compartimos entre todos. Yo recuerdo haber pedido unos rigatoni con salsa al pesto, la chica pidió una ensalada que venía con jamón serrano, más otros platos solicitado por Joaquín y Mike.

Yo, como chileno nacionalista para los tragos, le decía al mesero que me gustaba más el vino chileno y nos pusimos a conversar algo sobre vino, pero amablemente me tiraba la talla, que este vino era mejor que el chileno, todo en una buena onda de conversación. Los 4 sentados en una mesa, en un restaurante caro y conversando de cualquier cosa, menos de música, fue una noche que no olvidaré en esta cuarta travesía a la ciudad de Chicago y Riot Fest.

Después de comernos casi todo, ya que de la comida quedamos casi todos llenos, los platos estaban exquisito, el garzón nos ofreció postre y Mike a viva voz y subiendo el tono decía: «está loco, váyase le decía», cachando que la cuenta iba a salir media cara. Luego de un poco más de una hora entre comida, tragos y conversación, pidió la cuenta, Joaquín al reojo cachó que había salido casi 300 dólares en total, Mike con toda amabilidad pagó todo y dijo, la vida del músico puede pagar esto y nosotros no reímos con esa talla, si pensamos en Chile, es todo lo contrario, la vida del músico promedio no alcanza para invitar y pagar una cuenta de casi 300 lucas. Luego, salimos del restaurante, la ciudad estaba nublada y poniéndose a llover, Mike y la chica solicitaron un Uber para regresar a sus lugares, siempre pensé que se estaba haciendo el lindo con la chica para hacer match, y nosotros fuimos improvisadamente parte de su plan para que le resultara, me imagino que le salió bien XD. Las ganas de tomar pisco quedaron en segundo plano, ya que el tiempo y la hora finalmente no nos acompañó.

Nos despedimos de la chica y Mike de una abrazo, como si fuéramos amigos de la vida, y yo patudamente le pedí su celular en caso que viniera a Chile hiciéramos contacto y fuéramos a carretiar tal como él nos invitó en su ciudad, y así devolverle la mano.

Cómo leerán, es una historia realmente extraordinaria y que quedará en mi memoria por el resto de mi vida.