Cosquín Rock desde sus comienzos en Argentina durante el año 2001, ha tenido la responsabilidad de crear una instancia masiva en donde la música emergente tenga un espacio importante para mostrarse al mundo. Claramente una de las oportunidades gigantescas que se le puede otorgar a cualquier músico de la escena independiente, pero ¿Cómo hubiese si esas puertas se hubiesen abierto antes? ¿Y en Chile?

«Los jóvenes de los 90s encuentran su vehículo en la música, para expresar sus pasiones, su rabia, sueños y sus frustraciones», así fue como Patricio Bañados, longevo periodista musical, abría una sección de su programa «El Mirador» centrando el foco en la «despreocupada» juventud que estaba alejándose de la opinión política, exigiendo y buscando los espacios en donde manifestarse con enojo y descontento. Aldo Asenjo, pensativo y tal vez no muy convencido, empieza a definir conceptos del porqué él hace música, tal vez con él fin de evitar una entrevista genérica de la década, y simplemente definir palabra por palabra, que sentimientos producían que él se dedicara a componer. «Necesidad. Descarga. Violencia. Deseo. Patiadura. Solvencia. Densidad. Capacidad.», el histórico vocalista de La Floripondio definía de manera relajada y breve su sonido, pero que iba a saber él que su mensaje de protesta distorsionada y fusión llegaría ser una con la mayor influencia en la música de los años 90s y 2000.

¿Qué hacía tan especial una propuesta como la de ellos? Irreverencia cargada de descontento y descontrol, que se atrevía a escupir a la autoridad y a un sistema que estaba haciéndose pasar por uno democrático, solo reluciendo a la hipocresía de un país que volvía a ser uno con derechos, pero con el poder aún teniendo una inconsciencia implantada. La Floripondio desde entonces ha agarrado un reconocimiento de culto, algo de cultura chilena popular que debes conocer si de música se habla. Es esa identidad que nos vuelve jóvenes y rebeldes, pero con una causa que no debe permitir que las injusticias ocurran.

En tiempos de contaminación por parte de empresas, del desmedido uso de máquinas para implantar fábricas y reservas en lugares naturales, este grupo de vendrá a Cosquín con el fin de abrir ojos, y de relucir todos sus componentes fiesteros, solo para dejar la cagada con su versátil sonido y estilo. El Macha viene más cargado de ironía que nunca, para brindar una de sus presentaciones más importantes en el marco de un debut festivalero que viene a quedarse en nuestro país. Así mismo, que vuelan las protestas, que el vivo enojo se vuelva a encender, y que esa noche nada importe.