El pasado sábado, la séptima edición del festival estuvo marcada por el retorno al Espacio Broadway y reconocidos artistas como Yo La Tengo, Phoenix e Iggy Azalea como cabezas de cartel.

Por María Fernanda Verdugo

Fueron muchos menos los asistentes, en comparación a años anteriores, los que formaron parte de una nueva edición de unos de los festivales más importantes del circuito de música alternativa. Sin embargo, su regreso al recinto de la ruta 68 fue aplaudido luego de que su versión pasada fuera altamente criticada por ser llevada a cabo en el Espacio Centenario en Vitacura, un recinto citadino que no cumplió con los requisitos necesarios para un festival como Fauna Primavera. Sin dudas, el retorno al Espacio Broadway fue una muy buena solución a los 32 grados que alcanzó Santiago este 11 de noviembre.

Desde que fue anunciado el line-up para la versión 2017, el festival generó grandes expectativas que, en cuanto a calidad musical, definitivamente, fueron cumplidas. A pesar de este retorno a la esencia y tradición del evento, no estuvo exento de críticas inevitables frente a una fiesta que ya cuenta con un largo historial de ediciones. ¿Muy pocos asistentes? Si para algunos ese fue un problema, para otros significó más espacio, comodidad y la oportunidad de ver a sus artistas favoritos sin ser aplastados por una masa de público. Puede que el traslado haya sido uno de los principales defectos de esta versión luego de que se prometiera un flujo adecuado de buses de acercamiento, promesa que no fue cumplida y que además de verse empeorada una vez terminado el show, provocó el atraso de los asistentes al inicio del festival.

Extensos prados y áreas verdes rindieron perfectamente para la disposición de stands que fueron muy concurridos durante toda la jornada, asistentes recostados en el pasto alrededor de la piscina (no habilitada) y cuatro escenarios distribuidos en diferentes puntos que organizaron las presentaciones de modo que todos pudieron presenciar cada show destinados a sonidos indie, alternativos y electrónicos.

Sonidos nacionales en los escenarios principales fueron los encargados de arrancar los motores, pasada las una de la tarde, en el House of Vans Stage, donde se presentaron los penquistas Planeta No y a los que les siguió Miss Garrison en el Ballentine’s Stage para ir dando la bienvenida a quienes se incorporaban a la fiesta que contaría con más de 12 horas de música.

Más tarde, Homeshake, el proyecto liderado por Peter Sagar impresionaría al público en el House of Vans Stage. El ex guitarrista de Mac Demarco presentó su notable mezcla de sonidos lo-fi y R&B frente a un público que poco le importó el despiadado sol que acechaba el recinto a las dos y media de la tarde. Haciendo un repaso a sus tres últimos discos, Sagar entregó canciones como “Call me up”, “Every Single Thing” y “Making a Fool of You” que fueron celebradas por una gran cantidad de fanáticos. Si algunos sintieron que la presentación fue un tanto desanimada, se debe sin dudas a que el estilo que Homeshake pone en sus shows está mucho más ligado a escenarios más íntimos que el de un festival al aire libre.

Opuesto a la vibra serena del soul de Homeshake, fue lo que ocurrió en el Balletine’s Stage cuando Neon Indian, el proyecto de Alan Palomo, piso el escenario. Los pasos de baile de Palomo y la energía entregada por la banda lograron una conexión con el público basada en la entretención y las ganas de fiesta. La reconocida “Polish Girl”, la coreada “Deadbeat Summer” y los covers “Cool Cat” de Queen y “Pop Life” de Prince, marcaron una de las presentaciones más enérgicas y carismáticas de la jornada.

Más tarde, tendrían lugar un par de shows que a pesar de no contener los ritmos y frecuencias que los que ya se habían llevado a cabo, mantenían su propia intensidad. Primero fue el turno de Seu Jorge y su homenaje al camaleónico David Bowie. Una silla, un gorro rojo, una camisa celeste y el bossa nova se apoderaron del House of Vans Stage a medida que acaecía la tarde, para dar lugar a la presentación de The Life Aquatic, disco que reúne covers a David Bowie y que se encuentran presentes en el film de Wes Anderson, “The Life Aquatic with Steve Zissou”. Entre anécdotas sobre cómo fue la realización de ese disco y su dulce voz entonando melodías del hombre de las estrellas en portugués, el público se dividió entre algunos brasileños que no esperaron en acercarse al escenario para ver a uno de los principales exponentes de la música carioca y quienes optaron por tomarse un momento para escuchar al brasileño desde una distancia mayor y acomodados sobre el pasto.

Siguiendo la misma línea, la presentación de Daughter, que comenzó con algunos problemas técnicos rápidamente resueltos, entregó la sensibilidad justa para la jornada. A una hora en que el viento se apoderaba del Espacio Broadway y la temperatura comenzaba a bajar también, la banda londinense liderada por Elena Tonra y que ya había sorprendido al público chileno el pasado jueves en el Teatro La Cúpula, creó la atmósfera perfecta a través de sonidos más suaves y letras menos optimistas, pero cargadas de intensidad. Aunque la potencia de las melodías como “Doing The Right Thing” o “Fossa” (la escogida para finalizar) no era menor, el recinto abierto y la gran cantidad de público expectante frente al Balletine’s Stage, generó que el show perdiera la cuota necesaria de intimidad para lograr transmitir aquella emocionalidad y dulzura tan característica de la voz de Elena.
Lo que ocurriría minutos más tarde en el Red Bull Music Academy Stage fue de alto impacto. Matías Aguayo & The Desdemonas, el nuevo proyecto ambicioso y novedoso del artista chileno radicado en Berlín, entregaría un show utópico, irreverente, performático y experimental. Acompañado del baterista italiano Matteo Scrimali, el tecladista alemán Henning Specht y el guitarrista y bajista colombiano Gregorio Gómez, Matías Aguayo hizo bailar y sorprendió a los que se sumaban a la fiesta que estaba dando en uno de los escenarios electrónicos.

Mientras algunos preferían moverse en la oscuridad al ritmo de los sonidos de Aguayo y su banda, los fanáticos de una de los headliners más esperados del certamen tomaban ubicación en la cancha del House of Vans Stage. Yo La Tengo daría la que fue su cuarta presentación en Chile y muchos de los asistentes al festival querían estar en primera fila para presenciarlo. En el Ballentine’s Stage la australiana Iggy Azalea se acababa de bajar del escenario luego de un show explosivo, acompañada de sus bailarinas, mientras Ira Kaplan, Georgia Hubley y James McNew subieron al escenario con roles cambiados para partir con “Cherry Chapstick”. Esta primera canción con Georgia en el bajo, James en la batería e Ira en la guitarra, marcó la tónica de lo que sería el show de Yo La Tengo: versatilidad, distorsión y sorpresas.

Es sabido que las presentaciones enmarcadas en festivales suelen ser más cortas de lo normal, por lo que una banda con un repertorio musical como el de Yo La Tengo tuvo que jugar con la creatividad para armar un setlist que cumpliera con las expectativas de los fanáticos y definitivamente lo hizo. Algunas de las sorpresas fueron la notable “Stockholm Syndrome”, una de las más coreadas por el público; “Beanbag Chair” con Ira en el teclado, canción que fue antecedida por las bromas que dijo al público, “Autumn Sweater” con James McNew acompañando en la batería a Georgia y, sin dudas, “Pass the Hatchet, I Think I’m Goodkind”, la escogida para cerrar su presentación y que estuvo marcada por los riffs distorsionados e interminables de Ira, que ensimismado golpeaba su guitarra contra el piso, acoplaba los amplificadores, chocaba contra su micrófono y hasta acercó al público para ser tocada por los suertudos que estaban en primera fila, mientras Georgia y James continuaban con la base de la canción sin perturbarse. Esta estruendosa última canción se extendió por varios minutos para dar término al show de una banda que dejó en claro por qué son hoy día una de las bandas más importantes del rock alternativo y que presentó, nuevamente ante el público chileno, sus más de 30 años de experiencia.

Ya cerca de la medianoche faltaba el broche de oro para cerrar los escenarios principales. El show más esperado y que finalmente convocó a la mayor cantidad de público llegaba con Ti Amo, un disco recién editado y una presentación que había generado grandes expectativas. Luego de la virtuosa presentación de Yo La Tengo, los colores, luces y efectos no tardaron en apoderarse del Ballentine’s Stage para recibir Phoenix. Entre gráficas muy bien elaboradas, iluminación que combinaba muy bien con el ritmo de cada canción y una performance de cada integrante de la banda que aportaba energía y actitud al show, los franceses demostraron por qué habían sido elegidos para cerrar el festival.

J-Boy” fue la escogida para dar inicio a la casi hora y media que Phoenix entregó canciones bien conocidas y ovacionadas por el público. Si bien parte de su show sería la promoción de su último disco, no faltaron los clásicos “Liztomania”, “Trying to be Cool”, “Long Distance Call” o “If I Ever Feel Better”. El repaso a su último disco estuvo marcado por los sonidos pop y disco y la fuerte influencia de los sonidos europeos, que combinaron perfectamente con la puesta en escena muy bien ensayada y preparada. La euforia generada, inusual en festivales como Fauna Primavera, terminó con el vocalista Thomas Mars en medio de la multitud por largos minutos y con “Ti Amo Di Piu” sonando hasta que la explosión de papel picado y los agradecimientos de la banda, dieron por terminado el show que más fiesta y diversión entregó a la jornada.

Más allá de las críticas legítimas que se le puedan hacer a la organización del festival, en esta séptima edición, el Fauna Primavera dio cuenta una vez más del cuidado puesto en buscar sonidos de calidad, que están en lo alto de la escena musical actual y que son organizados y dirigidos especialmente a cada sector del público en particular. Nuevamente, fuimos parte de uno de los festivales que se está consolidando como uno de los más importantes del espectáculo musical nacional.