El quinto Largometraje de Alejandro Fernandez Almendras (AFA), director que dentro de su trayectoria cuenta con una preselección a los premios Oscar por su película anterior, Matar a un hombre (2014) y que vuelve al realismo social con el filme basado en el bullado caso de Martín Larraín.

No son menores las expectativas que puede generar una película que trata sobre un cuasidelito de homicidio, con aristas políticas y alta repercusión mediática.
En Aquí no ha pasado nada (2016), el guión le da importancia sustantiva al contexto de cómo se conforma el «carrete» del grupo de amigos de Vicente (Agustin Silva), mostrando fastuosas casas en la playa, camionetas último modelo y fiestas no exentas de alcohol y droga.

Vicente el protagonista se muestra como un personaje apático solitario un tanto ingenuo, que le gusta pasarlo bien y que no tiene mayores preocupaciones. Su entorno de amigos son netamente superficiales y bajo ese contexto surge como contrapeso una vez desarrollada la trama del confuso accidente, las actuaciones del elenco de mayor experiencia a cargo del Fiscal Yañez (Daniel Alcaino) y del Tío Julio (Alejandro Goic), de la mano de estos personajes se muestran las influencias del poder político y económico, ya sea en la prensa o tribunales.

Ahora, entrando al análisis más crítico de la película es importante destacar aspectos como las actuaciones de Paulina García,(la madre de Agustin) y Luis Gnecco ( abogado Gustavo Barría) y de como está bien retratado el contexto socioeconómico; el apoyo a la música chilena en la banda sonora, ya que podemos mencionar a Fármacos, Denver, Mkrni, me llamo Sebastián, C-funk, y Tiro de Gracia. Finalmente, Fernández Almendras cuenta nuevamente con la participación de Inti Briones como director de fotografía, quien logra planos y locaciones que son un acierto, utilizando el atardecer, una paleta cargada de grises y luces tenues.

Dentro de los aspectos menos destacables, están: el abuso de los cuadros de texto en las conversaciones por redes sociales; excesivo uso de marcas comerciales (ojo para el director de arte) que no necesariamente son auspiciadores; y lo reiterativo del tema principal de Ana Tijoux a lo largo de la cinta. Además sin peso argumentativo, se presenta una cita literaria en plano general de la casa de Manuel (Samuel Landea) y una escena de sexo sin trascendencia de Vicente con su amiga Camila (Pilar Ronderos).

Aquí no ha pasado nada, queda al debe en cuanto a poner en la palestra las tratativas de las cúpulas de poder y de las lecciones y reflexiones que pueda entregar un hecho como lo ocurrido el caso Larraín. La película se enfoca más en los aspectos superficiales de la vida de Agustin y su indiferencia o de cierta manera su visión de “injusticia“ ante la responsabilidad en el accidente; imposible no pensar en el cuento Nº 5 de relatos salvajes, » La propuesta”, que también aborda el tema de un atropello cometido por un joven de clase alta, pero que a diferencia de “Aquí no ha pasado nada” logra transmitir la presión familiar y la angustia del proceso, que en definitiva si bien se plantea en la segunda parte del filme, se extrañó en esta nueva entrega de AFA.