Por Ignacio Bataller
Fotos por Juan Kattan
Casi 10 años han pasado desde la ultima vez que Parkway Drive toco suelo nacional y 6 años para Lamb of God, quizás las bandas habrían aterrizado antes en Chile pero la pandemia cambio los planes de todo el mundo, hoy eso ya es historia.
A las 19:00 hrs en punto se abrieron las puertas del Teatro Caupolicán, cercano a las 20:45 hrs los australianos de Parkway Drive se subieron al escenario a calentar motores. Winston Mccall y compañía mostraron que realmente no había telonero esa noche.
11 canciones son las que la banda alcanzo a tocar y desde los primeros segundos de “Glitch” se apoderaron del Caupolicán, juzgando por la expresión en la cara de la banda no se esperaban que los recibieran de esa manera, su fanaticada espero pacientemente su regreso y la banda pago su deuda con creces.
Cada canción fue coreada de principio a fin, la emoción en la cara de Winston y su tropa era notoria, ya para cuando llegó el cierre con “Wild Eyes”, el Caupolicán se vino abajo al ritmo del riff de Jeff Ling y cantaron cada letra del tema para dar un cierre a un show de un poco mas de una hora que fue redondo.
A eso de las 22:11 hrs, un poco antes de la hora acordada Lamb of God se sube al escenario y da creo el show más demoledor de lo que va del año, el mas demoledor desde Gojira del año pasado que fue en el mismo recinto.
En una presentación que fue de corrida y sin encore, 15 canciones fueron los que la banda de Virginia presentó y al igual que Parkway, el show fue redondo en todos los sentidos, en sonido no se escucho saturado, cada riff se notó.
“Walk With Me in Hell”, “Set to Fail”, “512”, “Laid to Rest” y “Redneck” fueron todos momentos altos dentro del concierto, cada uno de los temas fue coreado hasta el final. El mosh pit estuvo activo durante todo el concierto y un Randy Blythe que dirigía todo.
El vocalista entre canciones les daba las gracias a todos por estar ahí y que estaban contentos de traer a Parkway Drive después de tantos años y de estar de regreso en Chile.
Casi no hubo espacios para respirar o descansar entre canciones, a menos que Randy dijera algunas palabras, por lo que describirá el concierto en su totalidad como un huracán que no se detuvo y que después de Parkway terminó de demoler el Teatro Caupolicán.
