Por Claudio Miranda

El peak artístico de la banda más popular del Metal Progresivo. Puede que para una mayoría se trate de una opinión rebatible, pero en el caso de Dream Theater, fue el  ‘golpe a la cátedra’ con que los neoyorkinos se inscribieron en la historia y, al mismo tiempo, se ganaron un sitial que merecidamente los emparentaba con las viejas glorias del Rock de vanguardia. Una obra que emulaba la escalofriante fantasía conceptual de Roger Waters al frente de Pink Floyd –siendo más específicos, The Wall- y dejó entrever que acá había algo más que un conjunto de virtuosos de academia.

Todo eso y más es “Metropolis Pt2: Scenes From A Memory”, una placa que marcó un quiebre en el desarrollo del progresivo durante la década del ’90 y le otorgó a Dream Theater el título de ‘eminencia’ para toda una generación que vio en ellos la amalgama perfecta entre la agresividad de Metallica y la grandilocuencia de Yes y Rush. Ya había por detrás un recorrido de poco más de una década, y más allá del llamativo éxito del fundamental “Images And Words” a comienzos de la década del ’90, el cambio de siglo/milenio fue la oportunidad idónea para romperla o al menos morir en el intento.

Más allá de tratarse de un clásico a estas alturas, es necesario entender las claves de porqué un álbum como “Scenes…” logró trascender durante 20 años como un esencial del Progresivo, sea Rock o Metal. De alguna forma, Dream Theater nunca murió en un género, sino que lo lideró hasta llevarlo hacia una liga que pocos dominan con firmeza. Y ahí no basta la destreza instrumental de sus integrantes, sino mucho más.

1.- Regresión

La idea de la secuela de “Metropolis” surge durante las sesiones de “Falling Into Infinity” (1997), para muchos el momento más bajo de DT en todo sentido. Una demo instrumental de 20’ fue registrado para ser incluido en el álbum, pero la iniciativa no cuenta con la aprobación de EastWest –división perteneciente, en esos años, a Atlantic- y la banda se ve forzada a pulir un LP con orientación más ‘comercial’ respecto a los trabajos anteriores.

Quienes han podido tasar esta grabación –editada más tarde por Mike Portnoy a través de su sello Ytse Jam-, habrán notado una serie de referencias a su “antecesora” incluida en “Images…” y gran parte de lo que sería su Opus del ’99, contando “Strange Deja-Vu y “The Dance Of Eternity” como los pasajes más notorios de esta idea destinada a algo más grande que la vida misma.

2.- A través de mis palabras

Scenes From A Memory fue el 1er trabajo con Jordan Rudess en sus filas, pero no precisamente fue el 1er encuentro con los neoyorkinos. A comienzos de 1995, y tras la partida del tecladista Kevin Moore por diferencias artísticas, el ahora calvo músico y empresario ya aparecía como candidato fijo al puesto y se le hizo saber el interés por contar con sus dotes. En aquella época, Rudess era uno de los responsables del sonido de Dixie Gregs –donde militó en sus inicios Steve Morse, el actual guitarrista de Deep Purple- y deshecha la idea ante la “poca” experiencia de sus futuros compañeros –el factor económico también influyó-, entendible si se considera que el tipo ya se encontraba cerca de los 40 y contaba con una destacada carrera como sesionista y un currículum que incluía, hasta entonces, a Jan Hammer, Tony Williams y Vinnie Moore. Casi nada.

En 1997, Mike Portnoy invita a Rudess a formar parte de un supergrupo que los involucra junto a John Petrucci y el bajista Tony Levin, bajo el nombre de Liquid Tension Experiment, con quienes publica dos LP en estudio. La química entre ellos surte efecto, y Petrucci y Portnoy logran convencer al veterano instrumentista para integrarse a las filas de Dream Theater a tiempo completo. Por cierto, una vez que Rudess acepta la oferta, la banda despacha a Derek Sherinian, en un acto menos doloroso de lo que uno pensaba: el nulo lazo personal con sus compañeros de ruta allanó el camino a la urgencia del cambio.

3.- Una última vez

El fracaso comercial de “Falling Into Infinity” pegó duro en las huestes de Dream Theater.  En el seno de la banda, las opiniones son divididas: Mike Portnoy responsabilizó a Elektra por el resultado del álbum, pero John Petrucci desmentiría aquello, afirmando que “fue el disco que quisimos componer”. Lo cierto es que la Opus del ’97, pese a la calidad del material, frustró el ascenso a la Primera División por su limitada difusión y los neoyorkinos se encontraban al borde del abismo.

En ese punto, y con la moral disminuida tras la gira promocional de “Falling…” –documentada en “Once In A LIVEtime”, álbum grabado durante su concierto en París en junio de 1998-, Elektra comienza a presionar para que la banda logre un éxito a nivel masivo. No hay más opciones: o el álbum funciona o todo termina., a matar o morir. En pleno forcejeo, Dream Theater rescata la demo grabada durante las sesiones de su trabajo anterior y por 1ra vez, prescinden de un productor para que Portnoy y Petrucci puedan ejercer dicha labor. Lo demás es historia conocida.

4.- El baile de la eternidad

La idea de “Metropilis Pt2: Scenes From A Memory”, contrario a lo que se creyó en un principio, poco y nada tiene que ver con su secuela del ’92. O al menos, no del todo. La primera parte, en palabras de John Petrucci, fue una broma a la usanza de Rush, al mismo tiempo que abarcaba la relación entre dos seres destinados a vivir juntos, usando como metáfora la fundación de Roma y la historia de los gemelos Rómulo y Remo.

La afamada secuela llevaría la cuestión al siguiente nivel la virtud de los neotorkinos como narradores y genios capaces de relatar una historia que abarca la reencarnación, el amor y la pérdida como tópicos principales. Todo en un relato fluido, cinemático, repleto de vértigo, con la literatura y el cine aportando al imaginario temático de una banda que, contrario a lo que señalan sus críticos, jamás se quedó en la pirotecnia instrumental.

5.- Extraño Deja-vú

Las circunstancias que rodean la producción de “Scenes…” emparentan a Dream Theater con sus héroes máximos, Rush. 2112, la primera gran obra maestra concebida por el powertrío más grande de la historia del Rock, surgió por la presión de los ejecutivos del sello Mercury, quienes exigían un single que pegara fuerte en la radio. Los de Toronto, fans acérrimos a su vez de Yes, Pink Floyd y Genesis, se mantienen firmes y acuerdan trabajar en una suite de 20’, al punto de que prefieren terminar haciendo lo que se les diera la gana sin recibir órdenes de nadie. Una decisión radical que obtendría sus frutos de forma casi inmediata.

De alguna forma, Dream Theater se encontraba en una situación similar: elaborando un 5to LP en estudio con la presión de su sello discográfico y jugándose el todo por el todo, aun sabiendo que todo parecía pronosticado en contra y la naturaleza ambiciosa de “Scenes…” pudo derivar en un suicidio moral con el fracaso comercial golpeando a la puerta. Es verdad que ambos trabajos mencionados son considerados influyentes dentro del Rock y el Metal sinfónico, pero en su momento hubo que pelearla y mantenerse leal a las convicciones personales y artísticas. Y tanto maestros como discípulos saben perfectamente lo que es apostar a ganador con todos los pronósticos en contra.

6.- El espíritu continúa libre.

La gira promocional de “Scenes From A Memory” quedó inmortalizada en el VHS “Metropolis 2000: Scenes From New York”, grabado en el Roseland Ballroom de la ciudad natal de la banda. Editado en abril de 2001, el registro proyecta a Dream Theater en acción, en su peak creativo y desplegando todas sus credenciales, coronándose en el acto como estrellas en su estilo, prácticamente sin discusión. A la vez, la edición del concierto junto a las imágenes del relato y la participación de Theresa Thomason en los coros –con protagonismo solista en algún pasaje del show, hacen de “Metropolis 2000” una pieza de culto, sobretodo a casi 20 años de su lanzamiento.

Como dato, la reedición en DVD contiene tres bonus tracks: “A Mind Beside Itself”, “Learning To Live” y “A Change Of seasons”. Todos deleitando a los fans de la banda y el Prog Metal en su mejor hora, mientras que la edición en CD triple, editada el 11 de septiembre de ese mismo 2001 –sí, justo el día del atentado al World Trade Center- contiene el concierto completo.

La banda regresa a Chile el próximo 15 de diciembre con show en en el Movistar Arena celebrando los 20 años de este gran disco. Todos los detalles de sus valores los pueden revisar en el link.