15 años no todos los días se celebran de esta manera, y Rockódromo lo tenía claro al proponer todos los años un cartel de la mejor música latinoamericana, abriendo su escenario para entregar su espacio masivo. Le debemos mucho a esta iniciativa de por sí, su dedicación y total entrega a las bandas emergentes de la región, del país y del mundo. Pero de cierta manera, durante estos 4 días de organización, hubo desajustes desafortunados y pocos profesionales al momento de cumplir con todos los horarios propuestos desde el comienzo de la difusión del evento. Pero démosle a todo paso por paso, porque si bien estos fueron detalles, ojala no ocurran más.
LA NOCHE DE LOS BALCONES
La primera noche fue en la mítica plaza de Aníbal Pinto, para la emotiva entrega que se ejecuta en La Noche de los Balcones, la fecha con más alma y lucha que tiene este evento. Con un homenaje al rey del Bolero, Lucho Gatica, en donde se inició una ronda de 3 temas del artista, interpretados por la Reina de la Bohemia, Lucy Briceño, el Tesoro Humano Vivo por el Ministerio de las Culturas durante el 2017, y Gonzalo Menay. La entrega por ambos fue hermosa y con esa pizca de melancolía con la cual un intérprete como Lucho deslumbró alrededor de todo el mundo con su legado innegable. Visuales ambientales, la gente sabiéndose los temas y el recuerdo vivo de uno de los mejores músicos que ha nacido en nuestro país.
Pero ahora a lo que veníamos. Camila Moreno, Álvaro Henríquez y Nadrán fueron los protagonistas de estos 3 balcones que tantos momentos ha albergado en toda su historia, y de manera muy grata, sorprendieron con performances más directas y crudas en el caso del uso de guitarras eléctrica (de Henriquez y Nadrán) y la furia vanguardista de Moreno.
El talento de Nadrán es llamativo en muchos sentidos, los acordes que usa- tal vez inspirados de un cantante tan influyente como Jeff Buckley y el rasgueo de John Frusciante– mostraron una conexión única de la artista con su propia creación. Su voz es versátil y potente, logró mostrarnos esa bipolaridad vocal que muchos ansiamos lograr alcanzar en algún punto. Gritos, un manejo envidiable de las notas altas y bajas, se vean enternecidos por la timidez escénica que se veía inmediatamente opacada por la convicción de su manera de cantar.
Camila Moreno volvía a los escenarios como la provocadora mujer que siempre será, nunca callándose frente a la injusticia, gritando la verdad a su manera y dejando claro la enorme importancia del mensaje cuando se debe escribir las letras más sufridas y contestarías de su tiempo. Le dedicó la canción «De La Tierra» a Camilo Catrillanca, el comunero mapuche asesinado por Carabineros, y además invitó a todas para que asistieran a la Huelga General Feminista este 8 de marzo, esto para darle potencia con «Millones«. No se guardó nada, y eso se valora todas las veces.
Álvaro Henríquez vestido de negro entero y bohemio total, se apareció en esta nueva jornada de la Noche de los Balcones como un solista, cosa que raramente se puede ver dentro de su catálogo, siendo que no utilizó guitarra de palo, sino que una eléctrica. Eso le dio un toque bluesero tradicional, alegrando al público con un repertorio de clásicos de Los Tres que hizo cantar a toda la plaza. Fue sencillo en su ejecución, y con un cancionero imbatible al momento de ser tocado, incluyendo «Déjate Caer» y «Amor Violento».
La primera noche nos llenó de sencillez y la innata fuerza social que esta emblemática plaza nos entrega en estas instancias culturales de masividad.
SHOWCASES EN EL HUEVO
Acá entramos de lleno a lo escrito en el inicio de esta reseña. Los Showcases al igual que los Sideshows de Lollapalooza (una comparación para que comprendan) son presentaciones ajenas que se hacen del festival, esto para que la gente tenga un vistazo más cercano e intenso de lo que se viene en los escenarios principales en el fin de semana.
Suena obvio recalcar este eje, pero si uno pone horarios de inicio y salida específicos, la idea es cumplirlos tal cual están propuestos. Claramente no existe la perfección siempre, y en nuestro país la impuntualidad es un cáncer con el cual hay que acabar de raíz.
Si, los atrasos son parte de la cultura nuestra, impregnadas desgraciadamente desde hace muchos años ya, en donde por último si no se parte la hora, el atraso logra que sea un mínimo de media hora para no hacer perder el tiempo de las pruebas de sonidos, el armar el escenario y todo lo que conlleva armar un evento, lo cual no es para nada fácil. El tema ya, es como abordarlo en el caso más extremo, y tener 2 horas de atraso no es normal para ningún evento, y es una falta de respeto enorme para todas las bandas y artistas que participan.
Me pongo en el lugar de toda la escena emergente de Valparaíso, de todo un movimiento de diferentes sonidos que día a día, noche a noche, y desvelada a desvelada, logran realizar sus shows de manera impecable y motivada. Y esto pasa en todo el país realmente, pero imagínense para los grupos de otros países, eso deja muy mal visto en la manera en cómo las productora están actuando para estos eventos de público masivo.
Las bajas de una de las bandas más esperadas esa noche, Adelaida, estaba totalmente justificado dado a las circunstancias. Estaban agendados a las 2:40 am, pero por desgracia se tiró todo hasta las 4 de la mañana, y la verdad apesta estar que esperando tanto, siendo que las pruebas de sonido se hacen con anterioridad, y eso lleva a pasar-no solamente a la banda- sino que a los asistentes.
Independiente de lo ocurrido, hubo shows que dejaron todo en los escenarios del mítico Huevo, en donde Maleza, banda porteña de gran alcance juvenil, logró hacer bailar a todos sus espectadores, irradiando una cantidad grande de energía, vibra latina y mucha intensidad.
Otro de los actos que prendió con el desorden y los primeros moshpits fue Cuatro Pesos de Propina, desde Uruguay, ellos se enamoraron del público que estuvo vacilando cada canción que tenían preparado en su arsenal de ska-punk, preparando motores para la que sería su presentación en el fin de semana.
Otras presentaciones tomaron la vanguardia y la puesta en escena ambiental para entregar otro nivel de performance. En el caso de Rubio, la propuesta de electro-pop hizo bailar a todos al ritmo de letras y pasajes oscuros, embellecidos por toques como el violín y un baterista preciso para pegarle a los momentos más intensos de las canciones. También hubo puesto para propuestas más artesanales como la de Antonio Monasterio Ensamble, quienes combinaban raíces barrocas con complejidad de tiempos en su música, con instrumentos de distintas culturas.
PARQUE ALEJO BARRIOS (2-3 DE FEBRERO)
Nada que decir al respecto, ver más de 30 mil asistentes en esta instancia es un logro que nos trae esperanza y alegría, más en esta instancia que tanto apoyo ha traído a las bandas de todo el país y Latinoamérica.
Actos históricos como el de Congreso y Inti Illimani, exposiciones de actitud pura con Dorso representando al metal chileno de raíz, y escenarios que potenciaron al talento joven con la iniciativa de Micrófono Abierto, el cual tuvo una enorme convocación. La fiesta fue parte de Keko Yoma y su fusión, y la vanguardia sonora fue el elogio con el cual Rosa Moribunda dejó atónitos a todos los presentes. Como Asesinar a Felipes hipnotizó a las almas esclavas de su ausencia, esperando a que prendieran la mecha. Estuvo lleno de actos enormes dentro de su parrilla y de manera variada.
Adelaida tocó con una fuerza rockera imponente ante más de 30 mil personas, una banda que al principio le costó mucho surgir, estaba al frente de un público prendido el cual estaba gozando de su energía potente. O el caso de los iquiqueños de Hentrenamiento, llegar desde la cresta del mundo, subirse al escenario como si fuese su casa, y prender a todo el puerto con rap contestatario no lo hace cualquiera. Pues ellos lo hicieron de una manera gratificante y segura, sin escrúpulos sin miedos, frente a más de 30 mil personas.
¿Por qué sigo recalcando el hecho de la cantidad de gente? Es que da inmensa alegría ver como bandas de diferentes géneros pueden juntarse en una sola parte, y llevar esa cantidad de gente en diferentes escenarios, y no solamente por los actos de peso como Sinergia, Francisca Valenzuela, Joe Vasconcellos y Santaferia. Ver que grupos nuevos prenden al público sin ni siquiera haber estado en la ciudad antes demuestra el peso que tiene la música en nuestro país, de que verdad aporta mucho, y siempre- aunque nos duela- se trata de cortar los beneficios y costos al arte.
Se agradece que presten el Parque Alejo Barrios para esta actividad, porque ha demostrado ser potencial escenario para eventos masivos y que la producción sonora pueden rendir con stages profesionales. Eso si, sin olvidar el punto del horario, siempre debe ser respetado, o tratar de que no se atrase tanto, porque si bien todo el trabajo puesto fue notable y con gran esfuerzo, hay cosas que se deben solucionar ahora ya. Ajeno a eso, la calidad musical sobró, pero los detalles siempre hacen la diferencia. Ahí está la tarea para el próximo año, no es desmerecer, pero es ser constructivo con esa arista.
