«En serio pensé que seríamos el próximo Nirvana» comenta el vocalista de Weezer, Rivers Cuomo, cuando del impacto de su álbum debut homónimo -conocido mundialmente como el álbum azul – recalcando una decepción por el inesperado trato y recepción comercial de gran monto positivo que tuvo este trabajo. Pero en el fondo, las fantasías de ser una gran estrella de rock, estas mismas derrumbadas por las posturas y manifestaciones progresistas de Kurt Cobain y del movimiento de Seattle en la década, hicieron que su propuesta llegase a ser incomprendida. Rivers cantaba sus demonios, de una manera peculiar y sincera, pero nunca de la misma víscera incendiaria del grunge, era para muchos como algo poco serio. Básicamente un chiste fijo.

Injustamente, la música de ellos tenía una intención de ser un gran ejemplo a seguir de lo que la música de esa década tenía, incluso a un mes de la repentina muerte de Cobain, declarando la fecha de expiración del género. Ellos querrían distorsión del punk y el rock alternativa, la tenían, coros californianos que recuerdan a los experimentos revolucionarios de The Beach Boys con «The Pet Sounds» (1966) y armonías equivalentes a las cálidas playas de esos lares, también. Para la desgracia de una estética y una industria muy enfocada en buscar imágenes representativas de cada sonido, pues para Weezer se les catalogó con la maldición de ser «rock geek». Eran una joven banda que debutaba con un álbum sin nombre básicamente, y que no ostentaba del look despeinado y despreocupado del rock.

Algo se cosechó, un éxito definido por una nueva identidad musical que se estaba gestando. No solamente Rivers se convertiría en un referente para los nerds, sino que Weezer de por sí se convirtió en el líder de un tipo de «Venganza de los Nerds», para los que aún no encontraban un espacio o lugar para componer. Blue Album se convirtió en un hito, con hits instantáneos como la contagiosa- y homenaje a la serie «Happy Days» (1974-1984)- ´Buddy Holly´, o las sentidas y siempre prendidas de ´My Name is Jonas´ y ´Say It Ain´t So´, como también la más parecida a Pixies con ´Undone (The Sweater Song), habían canciones de sobra en su popularidad. De alguna manera, todos sabemos que si hubo un Nevermind, tenía que existir un «In Utero», y ese era el próximo paso de Weezer, ponerse oscuros y más en compás con los sentimientos más dolidos.

«Pinkerton» se llamó el próximo capítulo, y claramente el que nadie quiso entender y abrazar desde un principio. Considerada por la misma Rolling Stone como el «tercer peor álbum de 1996», sumándose también montones de medios criticando, destrozando y haciendo añicos la obra oscura personal de Cuomo. Pero en cierta medida, lo que más se odió, fueron las letras, tratadas de ser misóginas, totalmente mal intencionadas, y ofensivas para los fanáticos del grupo, quienes esperaban una suerte de segunda parte del primer disco.  «Realmente querríamos que las canciones fueran una exploración sobre mi lado oscuro» escribió Rivers cuando tuve que excusar la razón de letras tan literales y poco metafóricas en su ejecución, pero es que ese era el dilema, y simplemente la única manera de explorar estas emociones. Llegando al puesto 19 en la lista Billboard, pues Pinkerton pasó rápidamente al olvido.

Un testamento y una queja que habló sobre algo en específico, sobre esa etapa de la vida en donde la fama te llega, pero que termina siendo todo menos lo que esperabas. La mayoría de las letras de este disco son sobre cómo la superficialidad y las personas asumen tu manera de pensar o sentir, por el hecho de estar en todos lados, en este caso los medios. Tal vez esta anti-actitud fue engreída o aburrida para los medios que buscaban ese rock alternativo, camuflado de letras cotidianas y conservadoras en sus deseos («Say it Ain´t So» es básicamente un testimonio sobre familiares y de dejar las drogas, encomendarse algo), encontraron un tipo de bicho raro que no querría florecer, sino ceder ante la necesidad de ser pesimista. Pero ese componente del cual se odió, y que mucha prensa elitista no quiso ver como tal, fue la que convirtió al disco finalmente en uno de los influyentes de la década, y principal inspiración para muchas bandas.

Esa actitud anti-rockstar es la que inspiró a un montón de bandas emo de fines del 90 y principios del 2000, en lo que claramente más adelante sería una vuelta de camiseta horrenda de Rolling Stone, al poner al disco como uno de los mejores de la década más adelante, e incluso los mejores de la historia. Se cumple el mandato de siempre, hay críticos que odian algo, otros que lo aman, y una minoría que simplemente no comprende la obra en el momento. Pues, no es novedad que bandas como My Chemical Romance quieran compartir escenario con ellos, este último eran igual de nerds en la escuela, pero en Weezer encontraron su salida y escape. De eso se trata la música.

24 de septiembre, la banda debutará en Chile en un aniversario más de este gran disco de la década, en lo que promete ser una de las presentaciones más esperadas de este 2019. Las entradas siguen en venta a través del sistema Puntoticket.