Eran las 4:40 de la tarde cuando Mark Lanegan deambulaba por las afueras del hotel Crowne Plaza, esperando a que la VAN se lo llevara. Tenía prueba de sonido, y él claramente lo sabía. Pero entre pasos y pasos, él urgía de un cigarro para hacer durar el entretiempo que existía entre él y sus pensamientos. Soleado día de septiembre, gente iba y venía frente a su alrededor, pero para Mark era una tarde cualquiera en donde vestía sus prendas negras, mientras miraba fijo al vacío sin rumbo, sabiendo que su tercera fumada había terminado. Es ahí cuando sin problema, se sube al transporte que lo iría a dejar al Club Subterráneo.

La bohemia se respiraba en Av Pedro de Valdivia, mientras en la entrada principal del evento se ponían en fila una gran cantidad de asistentes para ingresar al recinto, mientras otros-un poco desesperados – buscaban a algún sagrado revendedor que les salvará la noche con alguna oferta. La gente empezaba a repletar en las profundidades del subterráneo, y muchos con vaso en mano para adecuarse a la ocasión que los convocaba. Mientras el escenario nos mostraba una puesta minimalista con un set de guitarra, un teclado y 4 micrófonos, en una apertura del backstage se podía observar a Mark disfrutando de unas risas, y es que la razón de presenciar una imagen tan inusual de este solitario cantante tenía una explicación: Alain Johannes estaba compartiendo unas copas de vino con él.

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Pasado a las 9:30 sale a escenario toda la banda, y sin pedir permiso-ni mucho menos dar explicaciones – Lanegan canalizó introspectivamente su voz y mente, convirtiendo al micrófono en su único compañero, y prendiendo un cigarrillo para comenzar una más de sus presentaciones en nuestro país. Apenas el ex-cantante de Screaming Trees entonó su voz de manera imponente y personal, se sintió como un suspiro venidero de un espíritu del pasado tratando de relatar sus demonios, con una elegancia que jugaba a ser una simple, pero que en el fondo competía con una complejidad emocional transmitida con una potencia inigualable. Cada tema que se transcurría, se volvía una muestra de pena y dolor, una soledad que no solamente se veía reflejada en la icónica pose del vocalista, sino que también se apreciaba en una individualidad colectiva de parte de sus músicos de acompañamiento. Pero el rasgo que destacó todo este concierto fue uno solo, y el más impactante de todos: el silencio. Pocas veces se puede ser participe de un concierto en donde las palabras que menos se escuchan son las del público, era como si Lanegan estuviese sumergido en su mundo, sin saber que estaba frente a una audiencia, pero aún así invitando a todos a ser parte de esa emoción compartida llamada melancolía.

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Pero el momento histórico de la noche se dio cuando Mark y compañía volvían al backstage para preparar el encore. Un poco busquilla, el dueño de la voz rasposa más emblemática de la escena de Seattle prendía un cigarrillo, mientras entre sonrisas y planes preparaba los últimos detalles para dejar un momento inolvidable en el escenario del club. Es ahí cuando decidido invita al escenario a su cercano compañero de estudio, Alain Johannes, para compartir dos canciones. ´Im The Wolf´ trajo consigo una historia de caminos duros y de lecciones violentas, en donde en forma dramática y soberbia, el chileno otorgó un aura única con rasgueos acústicos ascendentes, otorgando una vibra ambiental oscura que terminó con el aplauso de los fanáticos para esta unión recreada directamente de una postal noventera de Seattle. Con un aviso en el oído del virtuoso músico nacional, y una sentada de cabeza positiva, Johannes retumbó su rol acústico con el sónico riff de Hangin Tree para la sorpresa de todo los presentes, así dando fin a una jornada para la memoria. Mark se veía feliz, entusiasmado, pues este reencuentro tomó años en ocurrir, y él solo necesitaba que ocurriese. Se percibió como un momento muy importante para el estado anímico del solista, casi como un reencuentro de amigos de toda la infancia, la cual fue contada con cada segundo desde su llegada al país, en miras de concretar esta unión.

Una oscuridad subterránea que tiñó de negro con su poesía oscura y su visceral performance. Lo que venía a ser un retorno de uno de los gigantes del grunge, terminó siendo una fecha de culto y llena de simbolismos ocultos dentro de su receta. Una noche de magia oscura embellecida de una sutil sensualidad, y una presencia imponente que atrajo un respeto mutuo entre el oyente y el artista. Era el mundo de Mark abriéndose frente a nosotros, con las tinieblas seduciendonos, mientras-sin prejuicio- nos entregábamos a él.

 

SETLIST:

When you´re number isn´t up

Low

Hit The City

Nocturne

Sister

Gravediggers song

Deepest Shade

One hundred days

Come to me

Strange religion

Beehive

You only live twice

One way street

Mirrored

Sad Lover

Halcyon daze

Phantasmagoria Blues

Oh Jesus program

I am the wolf

Hanging Tree