Balada de un Hombre Común (2013) de los hermanos Coen: una innegable realidad detrás de la ficción

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Dejando de lado los costes de producción, castings y la búsqueda de inversionistas, resulta medianamente fácil realizar una película en la actualidad. Más si la trama, de punta a cabo, cuenta una historia demasiado optimista (aunque irreal).

Hacer algo inclinado al “lado bueno” de la vida tiene que ver con mayores ganancias, pero con un sentido poco real de la existencia. Muchas veces, ya sabemos el final de la cinta: «el bueno de la película se queda con la mina más rica, platudo y/o con sus sueños realizados».

Inside Llewyn Davis: Balada de un Hombre Común, de Joel y Ethan Coen, es precisamente lo contrario. Es una pieza audiovisual real dentro de la ficción.

La película se mueve en lo cotidiano, en lo común, y lo reafirma con una grandiosa fotografía y unos diálogos bastante complicados en lo comunicativo. No por nada el tópico que se escogió para el film está cargado de profundos significados.

En simples palabras, la película cuenta sobre un músico de folk, que duerme en los sofás que están en las casas de sus amigos y vive del poco dinero recaudado en «la canasta» de los bares donde suele tocar. Al parecer, es una historia fácil…y hasta cool.

El personaje «aspira» a ser reconocido y demuestra ser capaz de tener cierto éxito, pero no sabe cómo proceder para hacer lo uno o lo otro. Casi siempre se muestra al músico como un ser errante, carente de sentido y sin vida, pero al mismo tiempo la trama lo deja maniatado a lo sensible.

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El protagonista interpretado por Oscar Isaac sostiene al escurridizo gato. Una irónica representación del mismo personaje.

El mayor logro de los Coen dentro de este film es la capacidad de meter a muchos personajes como bocetos de otras vidas (por ejemplo, el que interpreta John Goodman). Éstos son encajados a escenas hilarantes y que aportan poco a la explicación de la historia, lo que deja una sensación de vacío similar al del protagonista.

A pesar de que la historia da vueltas en muchos aspectos, sólo explica uno. En ese sentido, puede ser una película INCOMPLETA. Lo demás pareciera ser relleno, aunque no nos dejemos embaucar de esa forma, las escenas nos llevan a un mismo vínculo: el hecho de que todo gira en lo inconcluso.

Hay que poner atención a la filosofía detrás de la película, que no es otra cosa que lo cotidiano de la existencia y el aparente sinsentido de realizar actividades que involucran el sentimiento ¿Cuál es el propósito de hacer música? ¿Por qué a veces no surge nada de lo que hacemos? Y sinceramente, ¿cuántos de ustedes se han quedado con el ser que anhelaban o con una gruesa cuenta bancaria?

No conozco a ningún músico que haya seguido su camino íntegramente, al contrario, la mayoría ha dejado por un tiempo su pasión, la han amoldado o, derechamente, erradicado de su diario vivir.

Claro, eso mismo se aplica no sólo a los músicos, sino a todos los que practican diferentes oficios y actividades. O simplemente viven. Las dudas siempre están en todo lo que se emprende, supone ser un proceso primordial para trascender y llegar a lo que se aspira. El punto es que pocos lo logran.

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Lo bonito del film es que aborda esto último: lo habitual de fracasar en las cosas que mayor pasión se ha puesto. La brutalidad de despertarse de ese sueño, asimilar que no sirves y seguir adelante ¿Cómo? Pocos lo saben también.

Plantea también ese aspecto miserable que tienen algunos seres humanos, que por ninguna razón debe ser catalogado como algo negativo. Al fin y al cabo, todos afrontamos las derrotas de maneras diferentes, incluso, de las formas más insólitas.

Es preciso, entonces, que me retracte: el mejor-mejor logro del film es cuando se muestran las escenas con interpretación musical, pues son ejecutadas a voz y guitarra, y de principio a fin.

Si cierran los ojos en esos minutos o ponen un mínimo de atención, podrán apreciar esas treguas sonoras como barcos que envían todo lo real de la película, a la orilla de lo irreal. En esos minutos el film se desliga de la ficción, pero no lo hace real, porque se eleva a lo sublime, a lo que va más allá.

Ojo: la están pasando en dos horarios (y a precio decente) en el cine El Biógrafo.