Alexis Paiva Mack

Eduardo Henríquez y Caroline Chaspoul se conocieron en la escuela secundaria francesa, mientras ambos mantenían un curso de diferencia. El primero era un chico introvertido, pero cada vez que se hablaban temas relacionados a la música y el arte, liberaba un parte de sí. Con ella fue algo parecido, ambos disfrutaban de bandas como The Velvet Underground y su energía le atraía con una fuerza magnética, según recuerda él en la actualidad. Pero la historia de cómo nació Pánico es el producto de diversos viajes y rompecabezas culturales. Henríquez llegó a Francia cuando tenía dos años, como producto de la situación política que enfrentaba Chile en 1973. Y a pesar de que vivió su infancia en la tierra de artistas como Marcel Duchamp, el destino lo llevó varias veces a su país natal, aunque con la compañía de Chaspoul: esa chica pálida con la que pasaría la mayor parte de su vida y con la que viviría numerosas aventuras en clubes nocturnos y tocatas desenfrenadas.

Porque hablar de Pánico no es solo mencionar a una de las bandas más rupturistas del Chile post-dictadura, sino que también es considerar un fenómeno que, en sus distintas etapas, nos ha regalado tantos trances como ironías. Pornostar (1995) es, probablemente, la más polémica de todas: una obra que narra la historia de Rosita, una chica que sueña con convertirse en una estrella del cine pornográfico. Así, tanto el público alternativo internacional como nombres emblemáticos como Franz Ferdinand, han manifestado su gusto por la música de Pánico, quienes después de presentarse como Nova Materia en Lollapalooza 2019, volverán a hacerlo como los autores de “Chicos y chicas pánico” en la celebración de una década del festival de Perry Farrell (Jane’s Addiction) en Santiago. Asimismo, estarán Sebastián Arce en la batería y Guillermo Dumay en el bajo, miembros que se han mantenido estables desde la publicación de Rayo al ojo (1998).

Pornostar (1995) fue un disco polémico en el Chile de los noventa, en donde se hablaba poco de sexualidad y la Iglesia Católica aún gozaba de gran poder político y social. ¿Qué los inspiró a hacer una obra así?

Eduardo Henríquez: Nos vinimos a vivir a Chile el 94, pero desde el 89 tuvimos la oportunidad de venir en distintas oportunidades. Estuvimos viendo cómo era la escena, porque estaban pasando muchas cosas. En París estábamos dentro de un circuito súper alternativo y ya nos presentábamos en lugares de la escena punk. También nos inspiraba el cine de Pedro Almodóvar, el cual aborda temáticas de sexualidad y religión. Toda esa estética nos pegó fuerte, pero cuando llegamos nos dimos cuenta de que había una sociedad súper conservadora. Nos pareció que era un buen enganche para entrar y hacer una crítica a lo que no nos parecía.

Caroline Chaspoul: Fue extraño llegar a una sociedad en donde no se decía que existía la homosexualidad. En España y otros países que también pasaron por dictaduras era algo similar, para nosotros era insoportable que todo fuera tan cegado.

EH: Llegamos a Santiago con la idea de armar un grupo y grabar un disco para después devolvernos a París, no teníamos planeado quedarnos por tanto tiempo. Compusimos temas y empezamos a tocar, para así autogestionar nuestra primera grabación y también mandar a fabricar los CD’s por nuestra cuenta, algo que no se hacía en la época. De ahí salió el disco rosado con Bruce Lee en la carátula, el cual distribuimos de mano en mano y lo llevamos a disquerías alternativas. Así armamos nuestro público, hasta que se nos acercó Carlos Fonseca y EMI para que grabaramos Pornostar el 95, aunque entre el 97 y el 2000 sacamos nuestro material de manera independiente.

En ese álbum trabajaron con la producción de Carlos Cabezas, ¿qué nos podrían contar de esa experiencia?

EH: Carlos Fonseca (productor ejecutivo) preguntó si queríamos trabajar con él. Nos había gustado mucho su trabajo con Electrodomésticos y pensamos que sería una buena colaboración. Nos aportó ideas y la experiencia de estar con él fue súper entretenida.

En 2011 publicaron La banda que buscó el sonido debajo, una película en la que recorren el norte de Chile y exploran historias locales. ¿Por qué escogieron esa zona para la filmación?

EH: El norte de Chile, particularmente su desierto, siempre nos inspiró y estuvo presente en los discos de Pánico. Cuando hicimos esa película, acababamos de grabar Kick (2010) y queríamos hacer un trabajo musical en aquel lugar. Conocimos al director James Schneider y nos juntamos a escribir la idea de es obra de ficción/documental, es decir, seguir al grupo con un estudio y tratar de hacer un álbum. Pasaron muchas cosas durante esa experiencia, incluso el terremoto de 2010.

Los sonidos electrónicos ya se hacían presentes en discos como Subliminal Kill (2005) con la producción de Cristián Vogel, pero en 2015 publicaron el EP Aparece en sueños bajo el nombre de Nova Materia, un proyecto que se aleja de la estética punk para centrarse esencialmente en ritmos bailables. ¿Cuál fue la motivación para un cambio tan drástico?

CC: Pánico siempre mezcló muchos géneros, en los inicios trabajamos con gente que provenía del mundo del hip hop, como DJ Cogollo y sus técnicas de scratch. También fuimos de las primeras bandas de rock en incursionar la cumbia. Con la electrónica también seguimos esa dinámica, de explorar diversas influencias. Además, influyó el hecho de que en esa época ya estábamos todos viviendo en Francia, donde este último género es una tradición muy fuerte. No fue algo calculado.

EH: Telepathic Sonora (2001) fue el primer disco en donde empezamos a  combinar ritmos bailables con programaciones electrónicas. Hicimos un primer experimento con nuestra versión de “¿Quién mató a Marilyn?” de Los Prisioneros y después en Subliminal Kill ya teníamos la idea de mezclar esas influencias con el rock. Integramos la idea de nightclubbing, debido a que en París asistíamos a fiestas electrónicas y escuchábamos sonidos nuevos que más tarde pasarían a convertirse en nombres como LCD Soundsystem.

Existe poca información en internet sobre los conciertos de Pánico, ¿recuerdan cuándo fue la última vez que tocaron?

CC: Lo hemos buscado también.

EH: Creo que el 2012.

CC: Sí, seguro que fue el 2012.

Es un punto interesante, porque con Nova Materia ocupan instrumentos poco comunes e incluso únicos, pero con Pánico volverán a tocar en formato  tradicional. ¿No les genera incertidumbre el hecho de volver a presentarse como banda después de tantos años?

EH: Es verdad, pero no le tengo miedo a eso. La idea es revivir Pánico de una forma que resulte interesante, por lo que queremos juntarnos y sentir el placer de tocar con una formación con la que pasamos un largo tiempo de nuestras vidas.

CH: Hay una energía distinta entre los dos proyectos. Tocar guitarra para hacer clásicos no es lo mismo que tocar instrumentos electrónicos. He retomado mi bajo y lo encuentro muy agradable, es súper cool (sic).

Y en las canciones de Pánico que mantienen esas influencias electrónicas, ¿les complica replicar los sonidos de estudio en el escenario?. Si consideramos que los tiempos de instalación son más acotados en festivales…

EH: Pánico es bastante más simple de lo que uno piensa…

CC: Sobre todo después de Nova Materia, porque ahí sí es complicado (risas).

EH: Acá usamos bajo, guitarra, batería y un controlador para las partes electrónicas. Todo eso está conectado y siempre lo hemos hecho así, incluso en la última etapa de Pánico. Volver a tocar canciones que fueron importantes para el público de allá, sobre todo en el contexto de hoy, es algo que queremos hacer.

Recuerdo cuando los vi como Nova Materia en Lollapalooza Chile 2019 y tenían numerosos artefactos para interpretar su música, incluso Caroline golpeaba una trozo madera que generaba un sonido electrizante…

CC: Algunas cosas las compramos, como los instrumentos electrónicos, pero la parte más orgánica industrial es el resultado de materiales que encontramos, cortamos y trabajamos nosotros. Casi todo lo que hago no está grabado, sino que lo toco en vivo con un micrófono de contacto, un looper y efectos que me permiten modificar los sonidos.

También golpeaban guitarras con baquetas, ¿estaban en una afinación en particular?

EH: Las dos están afinadas con sólo tres cuerdas que replican las mismas notas. Me sirve para todos los temas y las tenemos acostadas, por lo que también están conectadas a cierta cantidad de efectos que permiten modularlas como si fuesen máquinas electrónicas.

¿Qué pueden esperar sus seguidores para Lollapalooza 2020? ¿Un regreso a su energía punk o un trance más cercano a lo electrónico?

CC: Nos vamos a centrar en los 90’s, aunque estamos haciendo el setlist ahora, por lo que no sabemos qué pasará exactamente. Aunque sí estarán los temas relacionados a lo que está pasando en Chile…

EH: Estarán todos los temas importantes que marcaron su importancia en esa época. La idea será reencontrarnos con ese sonido y su fuerza. Va a ser agitado, como siempre lo fueron los conciertos de Pánico.