Por Alexis Paiva

Han pasado 7 años desde el momento en que Pussy Riot pasó a ser un nombre recurrente en la prensa internacional. La manifestación del movimiento, en el altar de la catedral Cristo Salvador de Moscú, generó innumerables críticas por parte de los grupos ortodoxos y los defensores del presidente Vladimir Putin, por quien las jóvenes rezaron a la Virgen María para que este dejara el poder. La respuesta de la justicia rusa ante tales hechos fue fácil de predecir: En principio, tres de las manifestantes fueron sentenciadas a prisión por realizar vandalismo con intenciones de “odio religioso”. A pesar de la condena y las recurrentes amenazas de grupos radicales, el colectivo logró mostrar al mundo los problemas de sexismo y represión que aquejan a su país.

Vladimir Putin ha ejercido como presidente de Rusia entre los períodos 2000-2008 y 2012-2018, este último año fue reelecto para continuar en el cargo hasta 2024, mientras que entre 2008 y 2012 ejerció como primer ministro de Dimitri Medvédev. La alta aprobación del pueblo ruso ante las gestiones del ex espía de la KGB es notoria y, en parte, entendible, las cifras sostienen que ha reducido la pobreza y aumentado los sueldos de los trabajadores, pero aún así vale la pena cuestionarse: ¿El Gobierno ruso respeta los Derechos Humanos de todos sus habitantes o más bien, estos quedan reservados de manera exclusiva para sus partidarios?

La privación de libertad en contra de Maria Aliójina, Nadezhda Tolokónnikova, Yekaterina Samutsévich por su irrupción en la catedral es solo una muestra del atropello a los derechos civiles y políticos que se viven en Rusia, situación por la que cada vez más adherentes están dispuestos a protestar. Asimismo, han sido numerosas las protestas pacíficas que han terminado con violencia por parte de grupos neofascistas y las fuerzas especiales del Estado.

Junto a la lucha contra el sexismo, las integrantes de Pussy Riot defienden la libertad a expresar una orientación distinta a la heterosexual, otra de las banderas de lucha que tampoco es respetada en su país de origen. Según la ley rusa, la expresión de “conductas homosexuales” en la vía pública constituye a un acto de propaganda que puede afectar negativamente en el desarrollo de los menores de edad, por lo que cualquier manifestación pública en apoyo de la comunidad LGBT puede ser castigada con multas y/o privación de libertad. Incluso, en abril de 2017 el periódico Nóvaya Gazeta publicó un artículo en el que se afirmó la existencia de campos de concentración para homosexuales y bisexuales en Chechenia, hechos que más tarde fueron confirmados y criticados por Amnistía Internacional.

De esta misma manera, distintos personajes ligados al mundo de la música se han manifestado en contra de las políticas públicas impartidas por el presidente ruso, dentro de los cuales se encuentran Madonna y Mark Knopfler (ex guitarrista de Dire Straits). Asimismo, el Gobierno ha hecho presión para cancelar conciertos de artistas como Marilyn Manson y prohibir la exposición de documentales como BTS World Tour: Love Yourself in Seoul por promover el “sadomasoquismo” y la “homosexualidad” respectivamente.

Hoy, Pussy Riot se encuentra en medio de una gira sudamericana que ya las llevó a México, Perú, Uruguay y Argentina y que este miércoles las traerá a Chile, para luego continuar con dos fechas en Brasil. Así, han seguido demostrando su apoyo en la lucha por un sistema más libre, inclusivo y justo para todas las personas que forman parte de la sociedad.