Es desconcertante la imagen de un Teatro Caupolicán vacío, habla mucho de la organización y de cómo un evento se promocionó previo a la fecha establecida. Claramente pocas veces esto ocurre, pero habido un sideshow exitoso de una banda nueva como Greta Van Fleet semanas antes, es llamativo que para una fecha como lo fue la de Black Label Society durante la noche del 12 de abril, haya habido tan poco público presenciando el show de estos potentes exponentes del metal.

Zakk Wylde supo que en años de trayectoria -sin importar la cantidad de público- lo primordial no es ser soberbio en ese sentido, al contrario, él le debe mucho a sus fanáticos, y para la cantidad de 600 personas que presenciaron su potente show, bastó para dar la parafernalia necesaria para prender a un Caupolicán vacío, pero con fieles seguidores al frente observando el sonido potente y asesino de su banda. Black Label Society no se inmutó, tomó sus instrumentos y dispararon energía sombría por todos los alrededores vacíos del recinto, y más específico en la cancha aferrada que los estaba gozando sin parar.

El teloneo potente y contestatario de los nacionales de Saken, sentó el comienzo de una jornada que fue ensordecedora en ejecución de sonido. Apenas terminó su show, celebraron con las almas precisas que llegaron para ver la presentación del cuarteto, para finalmente ver el telón de los protagonistas subir para la expectación de sus fanáticos. Una corrida de enormes temas se estaba proyectando por los parlantes en la espera, clásicos de Pantera y Audioslave fueron parte de este playlist. En ese transcurso muchos murmullos comentaban sobre la falta de gente en un concierto importante que previamente había atraído más gente, pero eso no importaba ya. «Whole Lotta Sabbath» anunció la venida de sus maestros, en un remix que mezcló los himnos de Led Zeppelin y Black Sabbath en una fórmula imbatible, cuando de un segundo a otro las luces se apagaron sin previo aviso. Los pocos guerreros de la reja sentían esa vibración excitante previo al inicio, con el telón en frente suyo aprovecharon a agitarlo como signo de exigencia. Ya no podían esperar más, solo se aproximaban unos segundo previos para el comienzo.

De un boom a otro, toda la cortina bajó al más estilo viejo escuela, para cuando para el asombro de todos, Zakk estaba rompiendo a riffs la guitarra con sus compañeros de crimen siendo los cómplices de esta masacre sonora. «Genocide Junkies» y «Funeral Bell» comenzaron con fuerza agresiva esta nueva visita de Black Label Society, con seguidores precisos en la ocasión, y todos en modo pogo para recibir a esta potente agrupación. Desde ese punto en adelante el objetivo del grupo era solo uno: desatar un estruendoso ruido con su música. El show tuvo una ejecución de decibeles que supo mostrar claridad, Zakk se volvió loco con sus diferentes guitarras, y en todas sus intervenciones e improvisaciones musicales fueron escuchadas con fuerza y claridad. Esta presentación no se guardó nada en ese sentido, era un día más en el trabajo de Black Label Society y la meta era darlo todo sin importar la capacidad.

Los temas de su último trabajo de estudio tuvieron una presencia equilibrada con discos anteriores, detonando ese espectro conciso en el repertorio de «Grimmest Hits» con 4 canciones pertenecientes a ese álbum. El setlist fue el mismo que en el resto de los países de los cuales esta gira formó, pero de cierta manera los momentos genuinos de estos fueron variando con cada lugar que visitaban. Por ejemplo en la sección de piano, cuando Wylde terminó de tocar «Spoke In The Wheel», hizo un gesto de embestida observando a los presentes, mientras estos respondían con alegría. El movimiento se repitió reiterada veces, en lo que el guitarrista comenzó a cabecear al ritmo del «eeh» de sus fanáticos. Pero la postal que conmocionó a todos fue cuando los chicos comenzaron a tocar el hermoso tema homenaje a Dimebag Darrell, «In This River», en donde en esta ocasión agregaron la foto de Vinnie Paul a la fórmula, junto a la foto de su hermano al otro costado. Canciones desgarradoras como esta son las que completan el sentimiento de uno por la vida, y de sus inesperadas trampas.

Ya para el resto del concierto, temas monstruosos como «Suicide Messiah» y «Stillborn» tenían ganada la voz de los precisos visitantes que con fanatismo fueron a presenciar al guitarrista en todo su esplendor y brutalidad. Fue una actitud que se sintió atraída por la garra de almas justas que compraron su entrada para ver por cuarta vez a la agrupación. El sonido nunca saturó en su instrumental, y además se vio el carisma de todos sus miembros en el escenario.

Piénsenlo como esa tocata cuando recién partes con una banda, esa en la que invitas a 100 personas o más, y terminan llegando solo 20. Independiente de la cantidad, uno da el show igual con la actitud en mira, sin cuestionar el alrededor. Algo parecido ocurrió, no es normal que con una banda de potencia y trayectoria como Black Label Society haya ocurrido esto, pero con todo lo acontecido, la pasión estuvo ante todo. Zakk golpeó su pecho al ritmo de los bombos cada vez que se daba, y además se apuntaba el puño en el corazón reafirmando su vocación. Pocos fueron los afortunados de presenciar este lujo de calabozo, y con eso una performance arrolladora.