Brandon Flowers, vocalista de The Killers, es de aquellos frontman capaces de ser grandes intérpretes sin una banda detrás. Ya lo demostró en su anterior trabajo como solista en el 2010, Flamingo, un elegante disco, cercano a la balada pop, que mostraba una cara menos agresiva a la que había marcado su trabajo en The Killers.

Este año Flowers arremete con The Dessired Effect, un disco que desde su carátula se sostiene sobre la discotequera y luminosa estética de los ochenta, con canciones que, tal como dijo en una revista, bien debieron estar en un disco de su banda madre. Pero la verdad es que quedan mejor en este disco. Sin moverlas mucho.

Es una opinión común entre los seguidores de The Killers que la identidad de la banda se fue apagando luego de llegar a su apogeo con Sam’s Town (2006) y el recopilatorio Sawdust (2007), que contenía un gran cover de Joy Division y el trabajo conjunto con Lou Reed, Tranquilize. Pero luego, vinieron dos discos amorfos con pequeñas luces que, si no fuera por la particular voz de Brandon Flowers y su capacidad interpretativa, se habrían ya apagado en la ventolera del indie rock.

Entonces, para demostrar que aún puede, y puede solo, Flowers se atreve a cambiar su corte de pelo, se enfunda en una camisa floreada, una chaqueta con lentejuelas y una serie de canciones con coristas y efectos musicales de vieja escuela, muy bien elegidos para dar redondez al disco y jugar con la evocación.
En una mirada panorámica, Can’t deny my love, que fue la primera en liberarse, tiene un video muy extraño, pero vale más el trabajo musical, particularmente en los coros. Still want you, aparenta un quiebre que a muchos remite a los mejores años de The Killers, pero no, su ruta es diferente. El Lyric Video que acaba de lanzar de I can change es lo mejor que ha hecho visualmente, hasta ahora. En la moda de los videos que incluyen la letra de la canción, este puede ser uno de los más originales, por que apela a los íconos televisivos de los ochenta que todos habían dado de baja por ser extravagantes o ridículos. Y ¡sorpresa! Ahí está Neil Tennant de Pet Shop Boys apoyando, a través de una breve cita (When you’re looking for a change’?) la ilusión de Flowers de juntar a sus ídolos favoritos.

No es casualidad que en vivo Flowers aparezca cantando un cover de Robert Palmer (Simply Irrestistible) o suba al escenario a Chrissie Hynde de The Pretenders. The Dessired Effect es eso: el efecto deseado de volver a unos años ochenta y noventa a través de sus canciones como un artificio bastante forzado. Bien o mal, son canciones bien compuestas, muy pop, aunque a veces predecibles y evidentes. Flamingo era un trabajo mucho más auténtico y limpio.

Sin embargo, Brandon Flowers ya no aspira a ser la estrella de rock veinteañera que rompió el escenario hace más de diez años con Mr. Brightside y sus ojos delineados. Ahora solo quiere ser la estrella de pop que canta en la Casa Blanca, cayendo en el cliché del buen norteamericano. Nada más.