«Vete a la mierda Piñera«, así fue como el bajista australiano, Peter Bender, aprovechó su primera pisada en el escenario del Teatro La Cúpula. Y no era de menos importancia en el contexto, el público ya estaba gritando los cánticos con fuerza, sin olvidar la grave situación de nuestro país.

Aplausos instantáneos, y la banda estaba alistando los propulsores lisérgicos para despegar esta nave llena de placer musical. Perrin Moss en batería y Simon Mavin crujía sus dedos en frente de su extenso teclado, dejando listo el camino a la gran voz de Hiatus Kaiyote. Con pantalones fosforescentes, su cabello pelirrojo y su indumentaria exótica, en gran simpatía y locura, entró Nai Palm a ponerle alma a esta presentación que hizo una exposición del equilibrio entre la ejecución perfecta y la alma vibrante de la música.

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Las sensaciones futuristas que emanaron desde el escenario dieron pie a un recital del cual cumplió con un debut que tomó la música como un experimento y rompecabezas con el cual lucieron el mejor de su repertorio de dos álbumes. Con un intro onírico y totalmente creativo en su performance, pues con la versatilidad y los acordes de «Laputa» crearon un encuentro que hizo recorrer variados sonidos desde el soul hasta el Funk en esta salsa de composiciones. La gente se convertía en tripulantes de esta odisea musical.

«La resiliencia de ustedes es admirable«, Nai estaba en sus momentos de goce cuando disfrutaba a sus fanáticos reaccionando con todo el juego de colores vocales con los cuales ella improvisaba en sus propias creaciones. Sin uñeta y totalmente carismática, la energía era recíproca. Como una fotosíntesis haciendo efecto con cada quiebre en el cual sus músicos se atrevían a retocar como si fuese un día más dentro de su nave.

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En este mismo elemento, lo que un gran seguidor de esta banda de nicho puede admirar, es la paridad de lo que sus trabajos en estudio transmiten. Y el tema es que la sensación de estar con audífonos fue similar en todos sus detalles. Era cosa de observar al excelente baterista, Perrin, quien con un desplante metronómico e intenso, logró dominar una técnica para abordar y potenciar sus Beats orgánicos con sus percusiones jazzeras. A lo que Simon Mavin le otorgó esa dulzura que siempre tiene la llave correcta para encajar en sus trucos mágicos, mientras Peter era un caminante de métricas complejas, las cuales jugaron con las percepciones de las teclas y el uso de pedales. Era un rompe cabezas que tenía que ser averiguado por sus propios oyentes.

Un melómano agradece con creces detalles como el de la afinidad de sus producto envasado, con la prolijidad en directo. Esos cambios de ritmo y emotividad, que se vuelven ese orgasmo musical que recopila todo d

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e manera estratégica, para causar euforia y disfrute en todas sus dimensiones. Hiatus Kaiyote tiene dominado el arte del placer auditivo, del viajero experimentando surcando un sin fin de sensaciones, una mucho más interesante y desafiante, pero con un desenlace que expulsa una catarsis que rompe con el hielo de todo momento.

Tocando uno de sus temas más conocidos, «Nakamarra«, pues la banda selló una relación que se complementó de inmediato, creando un lazo que se volvió poderoso en el momento. Gente coreó todo el repertorio de sus discos de estudio, «Tawk Tomahawk» y «Choose The Weapon» con un aguante notable. Todo al ritmo de los complicados ritmos y sus quiebres psicodélicos.

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El talento musical no fue solamente lo excelente de esta jornada, variaba mucho en que estos extraterrestres de la música, también tienen una conexión íntima con su gente, más cuando durante toda esta semana estuvieron mandando mensajes de apoyo por sus redes sociales a nuestro país. Gestos como el de Nai entregando un vaso con agua a un/a asistente que se desvaneció, pidiéndole que se cuidara y se hidratara de manera correcta, o el del sonidista preparando la coordinación para las voces con un juego entretenido de coros, pues demostraron que el grupo estaba disfrutando arriba del escenario.

El debut de los australianos fue un éxito total, que nos trajo estás amalgamas oníricas desde sus tierras más lejanas, para encontrarse con una recepción calidad y emocionante. Un gran trabajo de su desplante de parte de 4 músicos que dentro de sus habilidades, todos obtienen una manera innata y cruda con la cual florecer en el Jam y en la deconstrucción de sus propios temas.