Debemos ser francos, hay muchas bandas de las cuales una mayoría de fanáticos no aceptan con facilidad los cambios- incluso- los tienden a crucificar, afirmando que dejarán de seguirlos o idolatrarlos con la misma pasión que lo hicieron al comienzo. Cuesta demasiado, pero siempre se les olvida el factor más importante-y por tanto- el que mágicamente se esfuma cuando de opinar respecto a este tema se debe: la última palabra es la de la banda, y siempre será así.

Personalmente, y por un lado dejando mi objetividad en el piso por un momento, no me agrada el hecho de que Stone Temple Pilots sigan creando canciones bajo ese nombre, esto debido a los trágicos hechos del fallecimiento de sus dos vocalistas, la leyenda de Scott Weiland y la indescriptible cicatriz de Chester Bennington, quien dio vida al proyecto por un periodo. Si, me lastima un poco, pero instauró la contrapregunta a mi sentimiento ¿Quién soy yo de verdad para criticar la decisión de una banda? Exacto, soy el oyente, el fanático que está ahí comprando sus tickets y sus discos para apoyarlos a donde sea que vayan, pero al mismo tiempo, eso no me da la autoridad de decirle a un grupo de músicos expertos que dejen la música de lado. La empatía es esencial en estos casos, y si el legado de una de las bandas más populares de la década los 90s quiere aún alzar su bandera musical, pues que lo siga haciendo.

Stone Temple Pilots quiere seguir ejerciendo el nombre en honor, respeto y cariño a Scott y Chester, y están en todo su derecho. Su nuevo vocalista, Jeff Gutt, ha sido muy humilde al momento de expresar su admiración por el fallecido frontman, y del enorme puesto que está tomando, y la verdad lo ha hecho de maravilla. Le ha puesto carisma, y ha encendido la marcha a este proyecto atrancando por la muerte, esto sumando la innegable valentía de ponerse en los grandes zapatos de un extrovertido y carismático cantante, que se esfumó de nuestras vidas cuando menos lo pensamos.

Más que una manera de hacer un recuento de las veces que nos han entregado alegrías y penas, es un recordatorio al importante factor humano que está ausente hoy en todos lados. Dentro de la industria musical- y todos sus ambientes- no se miden las consecuencias de lo que la prensa, la fanaticada y la poca humanidad pueden ocasionar dentro del círculo emocional de una agrupación. Y de verdad, se necesita poner atención para dejar de lado el egoísmo musical, para así entrar en el modo de compañerismo que se necesita. Las mejores fanbase siempre han sido las más respetuosas y preocupadas cuando de su banda se habla ¿Por qué cancelar la trayectoria por el destino fatal de la vida?

Ahora embarcados en una gira en Latinoamérica, el grupo vuelve a nuestro país queriendo rememorar las agradables postales de sus presentaciones realizadas durante el 2010 y 2011, cargando esa caja llena de éxitos y rarezas musicales con las cuales nos deslumbrarán este jueves 21 en el Teatro Caupolicán, en lo que promete ser una jornada emotiva y llena de nostalgia.