Fotos: Carlos Müller, Juan Kattan, Ignacio Orrego y Francisco Medina
El ansiado día llegó, y Lollapalooza abrió sus puertas a las 12 en punto, para dar inicio a esta celebración que tendría sorpresas, shows imperdibles y una asistencia histórica con 3 días seguidos de pura música, celebración y diversión en el Parque O´higgins.
El primer escenario nos preparó las mentes con la descolocada y experimental propuesta de Como Asesinar a Felipes, en el marco de su último y aclamado disco, «Elipse», el cual parte de su material fue mostrado en el Itaú Stage. Con la excelente colaboración de su productor y bajista legendario de Faith No More, Billy Gould, CAF otorgó una presentación guiada por la intensidad, la búsqueda interior y el repaso de la mayoría de su repertorio. Cristián Gallardo, saxofonista connotado de la escena nacional, demostró el potencial de su talento, con el uso de pedales y efectos, definiendo su peso en la propuesta. Un show breve pero lleno de la fórmula vanguardista que este grupo está explotando en estudio como en vivo.
Pedropiedra, con más cumbia en su cuerpo, hizo bailar a los presentes con sus canciones más emblemáticas en esta ocasión tan especial. Lleno de visuales que enriquecían la calurosa jornada en el VTR Stage, la banda jugó con el humor, las letras simples y una pisca de sabrosura con sus reversiones de canciones. Temas como «Inteligencia Dormida», «Pasajero» y «Vacaciones en el más allá» hicieron mover el cuerpo a más de algún oyente en el lugar. Lanza Internacional, en el otro costado del parque, mostró las canciones de su primer disco homónimo, el cual con influencias de Devo, y riffs bailables, pudo enfrentarse a un soleado Acer Stage el cual contó con sus valientes espectadores, en un show motivado y llevado de sonidos futuristas.
El rock es un género que cada vez más trae adeptos en el festival, con actos legendarios y de peso. Pero con Ego Kill Talent, el juego se dio vuelta y nos entregó una muestra potencia y energía joven, con un metal pesado que hizo que sus seguidores y nuevos oyentes cabecearan hasta más no poder. Retumbando con los bombos, el bajo moviendo las placas téctonicas de los parlantes, y el carisma de su frontman transmitiendo la furia y rabia con su voz. Pero no podía faltar una cita histórica y transcendental dentro de esta gran jornada, ya que Los Jaivas presentaron su álbum «Alturas de Machu Picchu» en toda su longitud, haciendo saltar y alucinar con sus vientos y matices altiplanos por 1 hora. Una fiesta y desplante que mantiene viva la llama de una de las agrupaciones más importantes de la historia de nuestro país.
Otras de las grandes promesas que tuvo su espacio fiel y guerrero fue el de la banda danesa Volbeat, quien cerca de la tormenta arenosa del patio botánico del Acer Stage, tuvo a todos metidos en el moshpit de sus canciones. Un recital lleno de actitud pesada, de una banda que actualmente llena festivales al rededor del mundo. Ya para el final del día, los headliners tuvieron su espacio protagónico, pero cada presentación será explicada detalladamente en artículos específicos de estos los cuales -sin pensarlo dos veces- fueron los mejores.
