Por Claudio Miranda

Son más de un cuarto de siglo en que la firma inconfundible de Symphony X se ha mantenido incólume dentro de su categoría. Nada de concesiones, salvo una: tocar en vivo. Lo que empezó como un proyecto 100% en estudio, y tras el golazo de The Divine Wings of Tragedy (1996), dio el paso a las presentaciones y giras, con el jefe Michael Romeo realizando el sueño de una fanaticada esparcida en el orbe, para su sorpresa en esos años.

El caso de Chile responde a un fanatismo inédito para la época, hoy materializado en una serie de ocho visitas, desde el histórico debut en el entonces Teatro Providencia (2000), hasta anoche en un Caupolicán a un 70% de su capacidad. El Power-prog Metal sinfónico de los de New Jersey, es tanto escuela para músicos dotados como deleite para el melómano que ve en el estilo una forma distinta de ver y hacer las cosas.

Sinners Blood 33
Juan Kattan – Ruta Rock

Poco antes de las 19 horas, el combo nacional Sinner’s Blood desplegaba su arsenal de Heavy Metal melódico, cuyas toneladas de intensidad dan cuenta de una jerarquía abrumadora. «The Hunting«, «Kill or Die«, «The Mirror» y «The Path of Fear» son algunas muestras de esta clase reforzada con la unión de nombres ilustres, como el guitarrista Nasson, el cantante James Robledo y el baterista Franco Gabelo, este último uno de muy pocos casos en Chile de cómo lograr en cada golpe un sonido contundente.

Babasónicos 29
Juan Kattan – Ruta Rock

A pesar de algunos ripios en cuanto a sonido, hay que recalcar el profesionalismo con que Sinner’s Blood llevó a cabo su tarea como espectáculo. En especial la labor de James Robledo, quien en vez de complicarse por los cortes de micrófono, hizo lo correcto en estos casos: dar la vida. Para ser el estreno en vivo, fue cosa de matar o morir. Como debe ser el Metal.

Ya cerca de las 20 horas, y con la espera haciéndose larga en medio de la euforia, el quinteto liderado por Michael Romeo hace un entrada de manera ceremoniosa, dando paso a una aplastante «Nevermore«, corte que abre su más reciente producción Underworld (2015). Formación titular, con varias temporadas en Primera, con el tándem Romeo-LePond-Pinella-Rullo en sus respectivas posiciones, y comandando el ataque Russell Allen, un cantante con desplante de vieja escuela y manejo vocal de alto impacto.

Babasónicos 18
Juan Kattan – Ruta Rock

Tras el arranque con lo más reciente, y a pesar de que el sonido no era el más óptimo en un comienzo, el riff inicial de «Evolution (The Grand Design)» provocó el primer terremoto. Dicen que el «Here we are…» del coro tienes que cantarlo con puño en alto, y así lo hicieron los cerca de 3 mil asistentes sedientos de Metal sinfónico en su forma más pura. No había otra alternativa, mucho menos con Russell Allen ejerciendo como maestro de ceremonias y chorreando un carisma a la altura de su voz portentosa. 51 años y se mantiene en forma como en sus 20s. Casi nada.

Symphony X 2
Juan Kattan – Ruta Rock

«Serpent’s Kiss» nos transporta a la etapa más ‘moderna’ de Symphony X, con Michael Romeo disparando una ráfaga de notas en toda su gloria, como el exponente histórico de la guitarra virtuosa que viene siendo desde los ’90s. De la misma forma que podemos apreciar la máquina infernal con que el bajista Mike LePond y el baterista Jason Rullo pavimentan el sendero rítmico de Symphony X, diseñado en el estudio y con harto recorrido en el directo.

En una presentación marcada por el viaje a través de un catálogo esencial, «Sea of Lies» cumple al representar la etapa en que Symphony X puso su nombre en el mapa. Para los seguidores más antiguos, un momento dorado que permitió apreciar detalladamente las virtudes de un conjunto que parece trabajar de memoria.

Babasónicos 2
Juan Kattan – Ruta Rock

La elegancia de «Without You«, con Romeo presentando sus credenciales como shredder de excelencia, y la emoción a flor de piel en «When All Is Lost«, conforman esos pasajes en que Symphony X nos recuerda que no todo pasa por ser músicos de clínica, sino algo más profundo. Como nos lo recuerda Russell Allen, quien además de su poderío vocal, se maneja en el escenario como un tipo con el cual puedes conversar, reír, bailar, tirar chistes, incluso compartir algún bebestible como pasaría hacia el final del evento. El tipo es un rockstar, y de los que dejan huella por algo más que su prodigiosa voz.

«Kiss of Fire» y «Run with the Devil«, ambas de Undeworld, contribuyen a la energía incendiaria de un espectáculo rutilante. En especial «Run…», con el teclado de Michael Pinella en el papel protagónico como responsable del sonido clásico de los norteamericanos, cediéndole «un poco» de espacio a Allen para interactuar con el público, a su vez el propio Allen dándole el pase a Jason Rullo para su momento solista, una bestia en los tarros sin duda. Es ahí donde uno se imagina lo que pasa en el Caupolicán, en un recinto de más capacidad. O en un estadio, porque lo que proyecta Allen como frontman es categórico en todos sus surcos.

Symphony X 47
Juan Kattan – Ruta Rock

Tras el cierre del set con «Set The World on Fire (The Lie of Lies)«, y luego de un breve discurso de Allen sobre sus experiencias con la música y las sensaciones sobre volver a Chile tras una cuarentena inacabable, llegaría el viaje final con «The Odyssey«, lo más cercano a un «2112» de Rush en el progresivo con los estándares del 2000 en adelante. Y es aquí donde el concepto «viaje» adquiere un sentido real, y más aún para quienes sabemos que Symphony X, además de la excelencia musical, destaca por su orientación conceptual en cada álbum.

Symphony X 17
Juan Kattan – Ruta Rock

Los 24′ que dura en su versión en estudio, «The Odyssey» en vivo se pasa volando con una fluidez impresionante. Un torrente de música pesada, con Michael Pinella descollando en los arreglos sinfónicos, su tocayo Romeo en llamas mientras se desata en las seis cuerdas, Mike LePond aportando con la profundidad mientras hace y deshace con su colega rítmico Jason Rullo… y qué decir de Russell Allen. A lo más, verlo con un vaso en mano en instantes de modestia hacia el cierre de la pieza, nos pone de rodillas. Hay una clase que no se logra con apps ni actualizaciones, sino con sangre, sudor y hartas lagrimas.

Son muchas las impresiones que nos deja Symphony X en vivo, como una experiencia musical imposible de describir en una palabra exacta. Quizás la más acertada es que fuimos testigos y partícipes de una odisea divina, donde el crepúsculo del Olimpo se unió al amanecer del Paraíso Perdido. Es la poesía de Symphony X, destinada a la inmortalidad como el beso de la serpiente.