Por Alexis Paiva Mack

El pasado 8 de marzo se marcó un hito en la historia de Chile. La huelga feminista organizada a lo largo del país dio cuenta de una profunda reformulación de la forma en que se entiende la sociedad, como así también de la inconformidad frente a un sistema que aún mantiene radicales brechas de género y violencia extrema hacia la mujer.

Es conocida la tesis sociológica que sostiene que los tiempos de agitación pública tienen directa relación con el surgimiento de nueva música (o “buena” música, como dirían algunos). No es coincidencia que el ska haya surgido casi en medio de la lucha por la independencia del pueblo jamaiquino, como tampoco lo fue el nacimiento de la era dorada del rap a fines de los años 80´s. De una u otra manera, esta ha demostrado ser un vehículo de expresión popular frente a los cambios que ha experimentado el mundo.

El sonido de la libertad

A las 22:15 los integrantes de The Skatalites suben al escenario, mientras sus fanáticos gritan “10,9,8,7,6,5,4,3,2,1, ¡Freedom!” para dar inicio a una fiesta llena de entusiasmo en el Club Chocolate. La energía que transmite la banda posee un carácter híbrido y poco común en la actualidad. Por un lado, provocan la sensación de elegancia y sofisticación de una orquesta, mientras que por otro, son capaces de llevar a la audiencia hasta límites en donde el baile y los cánticos no se detienen por un segundo.

El momento más aplaudido de la cita es cuando los músicos introducen a la cantante Doreen Schaffer, quien accede a ocupar una pañoleta verde (símbolo del movimiento feminista) lanzada por una persona del público. La artista, quien también es conocida como la “Reina del ska”,  demuestra que los años 55 años que lleva cantando en The Skatalites la han dotado de una energía especial que solo los y las pioneras de movimientos trascendentes pueden ofrecer.

A pesar de que el trombonista Vin Gordon sufre una descompensación que imposibilita su presencia en los conciertos del Club Chocolate y El Huevo de Valparaíso, la agrupación logra adaptarse de manera más que eficiente. Junto a los miembros que son parte de la banda, un saxofonista y un trombonista provenientes de Chile tienen la oportunidad de presentarse junto a The Skatalites, quienes al término del espectáculo dan un espacio para que todos y cada uno de los integrantes pueda mostrar su virtuosismo al público.

Ver a The Skatalites en vivo es una experiencia que no se puede igualar o comparar con otros conciertos. Si bien algunos de sus integrantes son personas de edad –el bajista Val Douglas se mantiene en un estado más bien reposado–, esto no es un impedimento para realizar un espectáculo apasionado y encendido, en donde un grupo de personas tan reducido como el tamaño del Club Chocolate tiene la oportunidad de presenciar un momento histórico y que quizás nunca se vuelva a repetir.