Bajarse de la micro en Plaza Viña, esperando a que los semáforos funcionen rápidamente para poder cruzar y llegar a la Quinta Vergara, todo apurado por entrar al recinto para la gran noche. Una que otra persona con poleras de La Renga en las calles mientras el resto de los viñamarinos solo seguían su rutina de manera  habitual. Todo normal, hasta que frente a la entrada principal del estadio se podía apreciar una postal hermosa y rebelde, en un pasillo que parecía un museo de experiencias impregnadas en pancartas, carteles y causas sociales vertidas en obras de arte revolucionario. Una cantidad enorme de frases de las canciones emblemáticas del trío argentino, pero también una fiesta que venía a celebrar la diversidad cultural, en donde uruguayos, argentinos y chilenos, todos convivieron en una previa marcada por cánticos, por sus buenas birras, bajones variados y el amor por La Renga intacto.

La barra brava en las galerías del lugar le pefaba al bombo con una energía indomable, la cual contagió a todos los presentes al unisono de una sola sensación: la del viajar a donde sea para ver al grupo de sus amores. «Oooh yo soy La Renga, y es un sentimiento que no puedo parar«, durante largos minutos ese fue el grito de una Quinta repleta a tope, con banderas flameando por todos los costados y compartiendo lo que sería una fecha para la memoria.

Las luces se apagan, en los costados del escenario se ven proyectados cinemáticas de una fábrica funcionando sistemáticamente, un relojero marcando la temperatura de la marcha y un cerebro conectado con cables. Todo esto para que termine en una explosión. «Dale La Renga» gritaban de a poco, para cuando apenas salió Chizzo al escenario, se inyectara una dosis de adrenalina potente para hacer rugir a todos con ´Corazón Fugitivo´. El vocalista y guitarrista del grupo comenzó a entonar este clásico con su voz rasposa y su envidiable habilidad por el riff rockero, mientras que Tete Iglesias vivió una maratón olímpica corriendo por todo el escenario con su bajo colgando, mientras observaba -en una felicidad desbordante- a su fanaticada llegando de tan lejos y cerca para presenciar este momento.  Todo esto siguió con ´Tripa y Corazón´, en donde el público no dejó de saltar, cantando toda la letra de la canción, mientras el «Tanque» Iglesias ya detonaba los microfoneos con los redobles de batería.

La sensación que se estaba viviendo era una hermosa, de compañerismo universal que buscaba romper muros y barreras, al son de un rocanrol latino que estaba catapultando la capacidad sonora del estadio, teniendo una presencia imponente. Para el grupo no es una novedad ver tanta gente en sus presentaciones, pero de alguna forma la noche del sábado les dio una pizca de esperanza genuina, al ver a tanta gente latinoamericana junta en un país, solo para presenciar su show. «Banderas de Uruguay, Argentina y Chile, todo para ver a La Renga, esto es una hermandad latina» agradeció Chizzo, en lo que fue una jornada emotiva igualmente. Más adelante, la banda dedicó una canción a «su incansable compañero de ruta«, Leito Garay, quien falleció de un tumor, y a cual le hicieron un homenaje con uno de los temas más sinceros y hermosos que tienen, ´En el Baldío´, el cual con sus quiebres de saxofón, nos otorgaron una sentido rendición de esta canción.

En esta cita no podían faltar los himnos, ´Balada del Diablo y La Muerte´fue un momento de intimidad y de cariño mutuo, en donde el tema fue cantado a todo pulmón, mientras unos rojos sensuales iluminaban a la banda en su ambiente sublime. ´El Revelde´no podía faltar, y la gente se subió en los hombros de sus compañeros cuando flameaban sus banderas y  coreaban todo a perfección, en donde el ambiente parecía el de un partido de fútbol. Uno en donde si bien existe un equipo de jugadores en la cancha dándolo todo, pues también había una hinchada salvaje siendo protagonista. Postales hermosas sobraron, y la unión fue una de las sensaciones más hermosas en esta muestra de rock and roll de calidad que es de nuestra sangre.

Pearl Jam puede llevar gente de todo el mundo a EE.UU para sus tocatas, lo mismo Iron Maiden y Metallica, fenómenos que convocan similitudes más que diferencias, pero hay que empezar a entender nuestro rol como latinos, y convencernos de que la música nuestra logra crear esta misma aura.

Lo de La Renga no es solo comparable, sino que es poderoso e igual de influyente que cualquiera de las bandas nombradas en el párrafo anterior, con ese arrastre que sin quererlo ha enamorado de manera internacional. En tiempos de racismo, de ultra derecha extremista y discriminación, una instancia como la lograda el 20 de octubre del 2018 se convirtió instantáneamente en un suspiro de creencia masiva, en donde todo confabuló para crear comunidad.

Habiendo pasado 3 semanas desde Cosquín Rock, en donde Ska-P llenó e hizo llorar con su discurso anti sistema, el hito ahora se lo puso La Renga para romper con el mito de las barreras. Las barreras son mentales, pero como dice su canción, uno quiere «morir queriendo ser libre«.  Fue así como ´Hablando de la libertad´cerró una tocata que destacó por una exposición de actitud y fuerza en su sonido, convocando a un ejercito de oyentes entregados a su merced.