Era octubre de 1997 cuando Napalm Death regresó para ensordecer al Estadio Chile a punta de desenfrenados riffs de guitarras y una ruidosa potencia, que en su tiempo no era igualada por ninguna agrupación dentro de las presentaciones en vivo. Una sonoridad fiel y pesada a las grabaciones de estudio, y que desde ese punto en adelante cimentó una relación inseparable con su público chileno. La historia de una agrupación pionera en su género creando pactos de sangre con su fanaticada latinoamericana se repetía nuevamente.

Muchos consideran esta presentación una de las mejores dentro de ese año, una energía recíproca entre la maquinaria insaciable de motor de los británicos, y la respuesta guerrera de jóvenes que estaban saldando deudas con un legado. Incluso este espacio prestado para una masacre intensa de mosh pits fue potenciado con los nacionales de Criminal, grupo con el cual tuvieron contacto seguido e  incluso se volvieron amigos en el proceso. Una tocata que fue tocada a una velocidad irrespetuosa, con miras de destrucción e inmediatez, una experiencia de 48 minutos que- sin darte cuenta- puede terminar durando unos 10 minutos.

Sin darnos cuenta, la banda a paso rápido y violento ha logrado visitar nuestro país 7 veces, incluso probando terreno nuevo en Concepción, con uno de los actos de descentralización más agresivos que hayan pasado por la ciudad penquista. Pero para entender los frecuentes encuentros que este grupo planea en nuestro país, hay que abordar un factor que es indispensable en la constante-  y exagerada- agenda musical que Santiago tiene cada mes del año, y eso se debe a que la euforia de la gente que asiste a conciertos de metal es descomunal. Napalm entrega distorsión difusa con ruidos poco entendibles y desplante punk, mientras que las personas piensan que están en una carrera constante contra el enemigo, enfrentando a la inminente muerte, al son de un relojero a punto de estallar, esparciendo todas sus partes en sus alrededores-.

Su última visita fue hace dos años, y el desorden de la cancha fue de esas postales dignas de destacar dentro de un documental sobre la fuerza metalera alrededor del mundo, un aguante que es incendiario con disposición a desquitar miles de tensiones en un par de segundos. Al menos en lo poco que dura su versión de ´Nazi Punks Fuck Off´-tema original de Dead Kennedys- la reacción de todos los presentes se  convierte una marea roja dispuesta a derribar todo.

Estamos próximos a tenerlos nuevamente, y esta nueva batalla campal tendrá lugar en los interiores del mítico Caupolicán, con la grotesca presencia de Cannibal Corpse alineándose a la velocidad desmedida de Napalm Death, quienes desde 1997 han venido tocando en Chile en ocasiones memorables y siempre mejores que las anteriores. Metal Attack 2 promete derribar las rejas del Teatro.