Por Bayron Ríos

Fotos por Gary Go – Fauna Producciones

Hay ciertas instancias que están destinados a la gloria, así como también lugares que están predispuestos en el tiempo y lugar preciso y lo ocurrido anoche en Blondie es prueba de todo aquello. Lo vivido en la presentación de Boy Harsher rozó la perfección con un intenso show, una cuidada y minimalista puesta en escena junto a un encendido público conjuraron a la perfección en una noche gobernada por los de negro y las oscuras atmósferas creadas por el dúo.

Si bien hubo un atrasado de media hora según lo estipulado, la espera no se sintió agotadora sino como una energía que se fue acumulando hasta llegar al punto de ebullición al momento en que Jae Matthews y Gus Muller aparecieron sobre la tarima de Blondie, desatando inmediatamente la histeria de toda la fanaticada presente. “Keep Driving” y “Give Me a Reason” fueron las encargadas de iniciar el show, poniendo a todo el mundo a bailar.

Con un muy precario español, Jae invita a todos a bailar en “Morphine” en donde su hipnótica voz se funde con los beats ochenteros lanzados por Gus. La fiesta continuaba con “Fate”, una de las más esperadas de la noche, pasando luego a “Westerners” destacando de sobremanera con el juego de luces y los colores utilizados sumado a las visuales proyectadas de fondo (una cámara apuntándolos pasada por filtro), en uno de los momentos más impactantes de la velada.

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El arpegiado ritmo inicial de “Come Closer” complementaba los gritos de Jae que activaban de forma salvaje al público, magnetizados a través de las atmósferas sonoras que armaba el dúo. Una de las postales más intensas de la velada llegó con “Tower”, en donde nuevamente Jae dejaba magnetizados a todos con su voz, en una canción de ritmo lento y atrapante, hasta llegar al clímax sonoro coronado por los gritos de la cantante.

El sensual cover de “Wicked Games”, original de Chris Isaak ponían los paños fríos a la velada. “Tears”, otro gran hit de Boy Harsher servía como un bálsamo propio para el recinto, pocas veces se ha sentido tan revitalizada la Blondie, la energía se podía sentir recorrer cada esquina del lugar, mientras el público alcanzaba el trance colectivo bailando al ritmo de los marcados beats que emitía Gus. El cierre de la primera parte del show llegaba con “Modulations”, dando unos minutos de descanso luego de casi una hora de música e intenso baile ininterrumpidos.

El bis llegaría por partida doble, comenzando con “I Understand” que bajó las revoluciones por pocos minutos para luego finalizar la noche con la clásica “Pain”, haciendo explotar una repleta Blondie. Un encendido remate en donde la única moneda de pago era la hipnosis y el trance colectivo del público.

Sí, hubo puntos en contra como el visible retraso en los horarios o el par de errores con las luces de la Blondie, pero estos baches pasan absolutamente a un segundo plano y al olvido cuando lo que se tuvo en frente fue una verdadera demostración de como debe sonar en vivo un grupo electrónico. Lo de Boy Harsher en Blondie fue una amalgama de misticismo, atmosferas hipnóticas, trance, sudor y baile, superando por lejos su debut del año pasado y grabando a fuego la complicidad del dúo con la fanaticada nacional. Un show que resonará como un fuerte eco en las paredes de la discoteca y el corazón de los que estuvimos ahí presente.