Por Andrés Cornejo

Foto por Ramón Gómez

“¡Finalmente! ¡Por fin!” son las palabras que pudieron gritar los chilenos a los 4 vientos al ver el anuncio del debut de la leyenda del punk rock, quien no tardó mucho tiempo en agotar las mayorías de las localidades del Teatro Caupolicán. Alrededor de 4.500 asistentes esperaron por más de 40 años en ver al icónico artista con su “The Roadside Tour 2022” en el país para interpretar sus mejores éxitos.

El músico británico empezó con su salvaje agrupación Generation X desde el 76 hasta el 81, la cual comenzó a ser una promesa vocal con singles como «Dancing With Myself», que luego sería apropiada como solista,  «Kiss Me Deadly» y  «One Hundred Punks». Después se trasladó a Nueva York para empezar su carrera solista junto con su fiel amigo guitarrista Steve Stevens, quien lo acompañó en este tour y se lució impecablemente en las seis cuerdas.

Es innegable el día distorsionado que vivimos ayer, el cierre de las campañas del plebiscito causó movilizaciones en el centro de la ciudad cerca del recinto, provocando un tenso ambiente ante cualquier espontaneidad. Y aunque hubo alteraciones en el show, siendo provocados por personas desligadas a los bandos del plebiscito, mejor dicho punks, se logró vivir una jornada histórica encabezada por los clásicos de Idol.

Como es costumbre, una banda nacional se encargó de abrir el escenario, en este caso siendo Franklin. El quinteto tuvo clara la misión de prender al público con su descarga de rock acelerado y armónico. Temas como «Fotografías» y «Piel» lograron crear las primeras exaltaciones de la jornada. “Más nervioso que perro en bote, al estar acompañando al gran Billy Idol” afirmó el vocalista Ismael Bustamante, lo cual es totalmente entendible la ardua tarea de encender el público para una leyenda, pero Franklin supo realizarla exitosamente en tan solo 30 minutos de show.

Finalizando su performance, un colosal telón rojo se puso sobre el escenario indicando que la presencia del duque rubio estaba por llegar. A las 21:00 horas, y en honor al tiempo, pisan el escenario los leales súbditos de Idol, para luego dar paso a su mano derecha: Steven Stevens, seguido del hombre de la noche. Empezando a toda potencia con su hitazo de la vida: «Dancing With Myself» convirtió el teatro en una pista de baile inmensa, donde gente de todas las edades presentes corearon a fondo las vocales de Billy y disfrutaron los solos de guitarra de Stevens.

El frontman de chaqueta de cuero continuó con la demoledora «Cradle of Love», seguida de «Flesh For Fantasy» de su aclamado disco “Rebel Yell”. Luego de tantos hitazos era momento de presentar algo nuevo de este año, y es así como canta «Cage», canción que será parte de su próximo EP a lanzar a fines del mes “The Cage EP”.

Mientras sonaba la electrizante «Scream» el ambiente del teatro empezó a cambiar bruscamente, miles de personas incluyendo los músicos sintieron irritación en los ojos y la nariz. Una lacrimógena había sido lanzada por parte de carabineros cerca del Caupolicán llegando su efecto al interior del recinto. Finalizando el tema, un asistente de la producción salió a dar aviso de la situación, avisando de que esperarían un momento a que se ventilara y se pasara la desagradable reacción. La causa de todo esto fue por parte de gente sin tickets que quisieron intentar entrar por la fuerza, llamando la atención de la policía.

A pesar de la preocupante situación, el público supo permanecer la calma mientras veían una transmisión en vivo de Billy Idol a través de su página de Instagram. El músico afectado por las lacrimógenas no dió marcha atrás y estaba decidido a terminar su show, solo pedía la paciencia de los demás.

Pasando 20 minutos de espera, la música revive en el Teatro Caupolicán a ritmo de los impresionantes solos que Stevens se mandó durante 5 minutos con su guitarra acústica para luego pasarse a la eléctrica y tocar «Eyes Without Face». El magnífico concierto estaba llegando a su final al sonar «Rebel Yell» seguida de «White Wedding» mientras el genio dejaba sus últimos gritos y cantos sobre la tarima.

Una deuda pendiente ya saldada, pero que nos deja con varias observaciones a mejorar, como por ejemplo, encontrar recintos con mayor capacidad para que no vuelvan a ocurrir estas avalanchas ilegales de personas que ya se llevan repitiendo varias veces, y que pueden conllevar a consecuencia extremadamente gravísimas.