Por Ignacio Bataller

Tras su irrupción en la escena del metal extremo mundial en 1998, Nile entró de lleno en el nuevo milenio con el lanzamiento de su segunda placa, Black Seeds of Vengeance, en el año 2000.

Este álbum marcó una dirección musical más compleja y fue el primero en incluir extensas notas escritas por Karl Sanders, explicando el concepto y los temas detrás de cada canción.

También significó el debut del vocalista y guitarrista Dallas Toler-Wade, quien formó parte de la banda hasta 2017, y contó con Derek Roddy como baterista de sesión, reemplazando temporalmente a Pete Hammoura, quien se vio obligado a dejar la banda por lesiones sufridas durante una gira. Poco después de la promoción del álbum, el bajista Chief Spires también abandonó la agrupación.

Un álbum que, según el propio Karl Sanders, tiene una mezcla deficiente, pero que aún así logró conectar con mucha gente y permitió a Nile crecer como banda. Fue un paso clave para consolidar su legado, que les ha permitido mantenerse vigentes a lo largo de los años, pese a los constantes cambios en su alineación.

Su nombre y su característico death metal técnico han sido el verdadero pilar, más allá de sus integrantes individuales. Con temas como Invocation of the Gate of Aat-Ankh-es-en-Amenti, Black Seeds of Vengeance y Defiling the Gates of Ishtar abriendo el disco, la banda dejó en claro su intención de llevar su brutalidad a un nivel más complejo, explorando nuevas fronteras dentro del género y superando a muchos de sus contemporáneos.

Gracias a esta evolución, han logrado adaptarse tanto a escenarios pequeños como a grandes arenas, como el Movistar Arena. Compra tu entrada para The Metal Fest vía Puntoticket.