Por Andrés Cornejo

Es de admitir que el anuncio del paso de la banda por el país no fue algo llamativo para muchos. Un dúo cuyo estilo musical resulta difícil de encasillar en una sola palabra —una mezcla de post-punk, hip-hop, dance, etc.— hace comprensible que no sea una introducción ligera. Sin embargo, lo de anoche fue suficiente para confirmar que no se necesita llenar un club para darlo todo, ya sea si eres un colectivo de multiinstrumentistas o simplemente un tipo con una laptop y un compañero hablando sobre tus bases.

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Bajo el lanzamiento de “UK Grim”, Jason y Andrew aterrizaron en el Club Chocolate para entregar su mensaje político y de clase trabajadora a través de las instrumentales minimalistas que mantenían a los asistentes cabeceando y bailando. No éramos muchos, pero sí suficientes para alentar a la banda a seguir tocando, y entre los pocos presentes, se podría decir que éramos afortunados por la calidad del show debut de los ingleses.

Bastaba con que Andrew presionara un botón en su laptop para que Jason masacrara el micrófono con slangs ingleses durante cinco minutos, haciendo que la gente se volviera loca. Tema tras tema, Jason acababa con cada botella de agua que se le cruzaba en el camino y lograba descansar unos pequeños segundos con su trasero en el ventilador. <<The Corgi>>, <<UK Grim>> y <<Spare Ribs>> fueron algunos de los temas que brillaron, donde la energía en vivo resultó ser mucho más potente que al escucharlos en streaming.

Pero sin duda alguna, el cover de <<West End Girls>> de Pet Shop Boys fue de los mayores hits de la noche y el que más gente pudo cantar por su popularidad, así también el caso para su tema número uno <<Tied Up in Nottz>> con frases icónicas como: “The smell of piss is so strong it smells like decent bacon” o “It´s the final countdown by fucking Journey”. La gente no podía estar más emocionada por cada “Fuck off” que soltaba Jason o los bailes que se mandaba Andrew al darle play a cada tema.

Con un show de hora y media y tema tras tema, los ingleses vinieron a dar una lección de por vida que menos es más. Instrumentales repetitivos y minimalistas con una voz bien inglesa y letras profundas son más que suficiente para ofrecer un espectáculo épico. Por más desapercibido que haya pasado este concierto, afirmo que fue algo único que se ha visto en el país.