Por Alexis Paiva Mack
“¿Dónde están los superhéroes que nos tenían que salvar?”, es una de las cuestionantes que Sapos Sin Lengua plantea en su primera entrega, una producción discográfica que tardó año y medio en ser publicada, para así caer como una bomba mientras los elefantes huyen despavoridos desde el fondo de la mesa, en dirección hacia el centro de la opinión pública. En medio de una sociedad en donde la publicidad, el framing de los medios de comunicación y la escasa lectura de la clase política en torno a los intereses de la ciudadanía, hoy es más difícil que nunca abstraerse de la contingencia nacional y los malestares que aún ejercen presión en los hombros y las cabezas de quienes la conforman. Los fantasmas de la dictadura, el quiebre de la democracia, el clasismo y la competitividad son algunas de las aristas que la agrupación viñamarina rescata en Creación Decepcionante (2019), pero a diferencia de otras que se alinean en un campo más bien prolijo, esta secta de anfibios del rock and roll destaca por su energía desbordada, en donde ninguno de sus integrantes resalta por sobre el resto.
El disco inicia con “Contaminación Acústica”, una introducción que recuerda a los interludios de La Sexorcisto: Devil Music Volume 1 (1992) del conjunto liderado por Rob Zombie, quien también ha explorado el arte cinematográfico en cintas como House of 1000 Corpses (2003) y una adaptación de Halloween (1978) del director estadounidense John Carpenter. Pero a diferencia del álbum de White Zombie, acá se escuchan desde pasajes de noticieros hasta a Sebastián Piñera confundir a Diego de Almagro con Pedro de Valdivia durante la presentación de su gabinete y a Patricia Maldonado declarar “seré pinochetista hasta el día en que me muera” en un programa de televisión. Al parecer, la concepción del terror para los Sapos Sin Lengua es distante de aquellos filmes explícitos del país anglosajón, sino que más bien se acerca a un antagonista abstracto que es complejo de destruir, pero que al menos ya está identificado.
Aquella tensión llega a su punto máximo con las primeras líneas de “Canto”, en donde un bajo esquizofrénico y unas percusiones atravesadas se convierten en el lienzo para que su vocalista repita con hábito religioso el título de la canción, como un reflejo a la necesidad de responder a los malestares de la sociedad y así generar un cambio. Porque, como dice, “el micrófono es poder”.
En “Funky Opresor (John Toloza)”, la sonoridad cambia de manera abrupta. Tal como dice su nombre, el tema revive la fachada del género y la estética lírica de agrupaciones como Chancho en Piedra y Sinergia, al describir el estereotipo de un joven de clase alta que cree ayudar a los desafortunados al participar en actividades solidarias una vez al año, pero sin alcanzar un nivel de empatía que le permita conectarse con la realidad de su país. Pero es en “Poco a Poco” cuando se desata la mayor catarsis del disco, en donde un riff electrizante con pasajes que recuerdan desde a títulos como “State of Love and Trust” de Pearl Jam y “Slip It In” de Black Flag, hasta llegar a una faceta experimental en donde la fuerza aumenta de forma ascendente hacia una explosión de tiempos cortados y sonidos más ásperos. En este tema —el más escuchado en Spotify hasta la fecha— se percibe una reflexión introspectiva, en donde el hablante se ve sofocado por la intensidad de sus recuerdos y logra percatarse de una máscara “cada vez más osada” que solo esconde superficialidad. Mientras que por otro lado, “T1M0730” se expresa como una liberación de aquella ira hacia el mundo exterior, un paisaje distópico del que no hay escapatoria y las mismas melodías van deformándose progresivamente, una fórmula que ha identificado a bandas como Primus o Mr. Bungle.
Tras una transición titulada “Profeta”, el álbum adopta un carácter esencialmente instrumental. “Anunnaki” es el nombre que recibían los antiguos dioses sumerios, quienes tenían la facultad de decidir el destino de la humanidad. Pero a pesar de que la canción se posiciona como la más extensa con una duración de 11 minutos con 16 segundos (en los cuales abundan solos y cambios de escenario), las primeras palabras aparecen en el último tercio del tema, para así definir el camino de los humanos hacia la destrucción.
Creación Decepcionante de Sapos Sin Lengua ofrece una perspectiva cruda y deplorable de una sociedad que está destinada al fracaso, tras haberse infectado con parásitos capaces de devorar el último bocado del cuerpo en que habitan e, incluso, de eliminar a sus propios pares para saciar un imaginario que solo a generado más dudas que respuestas.