Por Diego Ramírez
Fotos por Juan Kattan – Kattan.ph
Con una expectación contenida, el público recibió a Soviet Soviet al subir al escenario. La calma inicial se desvaneció en segundos: bastó el saludo de Andrea Giometti para que la audiencia estallara en aplausos y silbidos entusiastas.
La primera descarga de Endless Beauty encendió la pista. Los cuerpos comenzaron a moverse tímidamente, pero con una constancia que no se detuvo. La atmósfera se consolidó con Remember Now, donde el bullicio dio paso a una expresión física colectiva: un vaivén de energía que culminó en un aplauso breve, pero intenso.
Tras un agradecimiento rápido, la banda lanzó 1990. Desde ese instante, la sala se transformó. Los asistentes dejaron de ser meros observadores para convertirse en protagonistas, gritando, coreando y cantando desde la primera estrofa. La seguridad y la unión del público marcaron un punto de inflexión: el show se volvió un torbellino de euforia y emoción, envuelto en la atmósfera hipnótica de la banda y en ritmos que obligaban a moverse.
En medio de la presentación, Soviet Soviet sorprendió con dos canciones inéditas que formarán parte de su próximo álbum, anunciado por el vocalista para el próximo año. La recepción fue cálida: la gente bailó, celebró y agradeció poder ser parte de ese adelanto exclusivo.
El clímax llegó con Ecstasy. Con este himno, se desató un mosh pit que arrastró a todos hacia el escenario. Nadie quedó al margen: cada persona coreó, aplaudió o bailó hasta que la canción llegó a un cierre electrizante, entre gritos y sonrisas compartidas.
Un interludio instrumental cambió el pulso del espectáculo, sumiendo a la audiencia en un silencio expectante que desembocó en No Lesson. Fue otro instante memorable: la entrega del público fue total, cantando el coro con tal fuerza que parecía desgarrar gargantas.
La noche concluyó con Pantomime, un cierre que dejó a muchos con gusto a poco. Y no era para menos: durante todo el show se percibieron problemas técnicos, especialmente en la voz y el bajo, que carecieron de definición y volumen.
La despedida, sin embargo, fue cercana y cálida. Soviet Soviet se marchó entre aplausos prolongados y muestras de cariño que confirmaron el lazo con su fanaticada. La expectativa ya está instalada: volverán a Chile, y esta vez la promesa es doble —un mejor sonido y la oportunidad de descubrir su nuevo material en vivo.