Por Andrés Cornejo

Fotos por Pablo Benitez – pablo.benitez.v

El festival más ruidoso e impactante del país tuvo lugar en Matucana 100, donde el público disfrutó de potentes presentaciones de bandas nacionales y, como cierre estelar, de los neoyorquinos A Place To Bury Strangers, que encendieron la jornada con su intensidad característica. Además, el encuentro abrió espacio para los melómanos con tiendas de discos y dj sets, reafirmando que la música también se celebra más allá del escenario.

Los eventos principales tuvieron lugar en el teatro del recinto, donde el público, desde sus butacas, fue testigo de la propuesta de Talismán, cuyo sonido inmersivo y místico se fusionó a la perfección con la acústica del espacio.

Asia Menor 11Luego fue el turno de Asia Menor, una de las bandas que lidera la nueva escena experimental chilena desde Temuco. Celebrando los dos años de su potente álbum debut “Enola Gay”, el cuarteto presentó un show que combinó canciones de ese disco con adelantos de su próximo lanzamiento —aún sin título confirmado—. Aunque sus presentaciones suelen ser catárticas y desbordantes de energía por parte del público, la acústica del teatro les permitió darle un nuevo matiz a su propuesta: controlar mejor las secciones más ruidosas e incluso bajar la intensidad en <<Lento>>, uno de los momentos más destacados de la noche.

Cerca de las 22:30, la sala ya tenía la mayoría de sus butacas ocupadas para recibir a la banda liderada por Oliver Ackermann, fundador de Death By Audio. El ambiente se sentía expectante: el público permanecía sentado, sin saber del todo si debía mantenerse así o levantarse. La duda se disipó en cuanto el bajista John Fedowitz puso un pie en el escenario y, micrófono en mano, invitó a todos a acercarse. En ese instante, una ola de asistentes se levantó y se agrupó frente al escenario, transformando por completo la energía de la sala.

APTBS 7

Bastó el primer golpe de guitarra, saturada de efectos Death By Audio, para que la sala se transformara en un océano de ruido. El público, prevenido, comenzó a ponerse los protectores auditivos mientras la avalancha sonora crecía. El micrófono de Oliver Ackermann no funcionaba, pero eso no detuvo a la llamada “banda más ruidosa de Nueva York”. Ackermann respondió con violencia: destrozó su guitarra y la hizo rugir golpeando directamente las pastillas, arrancándole sonidos sin necesidad de cuerdas.

Fue entonces cuando Oliver cambió a su mítica Jaguar (con un pedazo menos), y desató un estruendo capaz de reventar los parlantes del teatro. Tal como en su última visita en el LeRock Fest 2019, la banda se lanzó a una improvisación en medio del público: Oliver con un micrófono y un sintetizador —similar al que aparece en su vinilo “Synthetyser”—, Sandra Fedowitz golpeando un tambor y John Fedowitz al bajo. Fueron los minutos más ruidosos de la noche, un clímax caótico en el que incluso un fan tomó el micrófono y gritó con todas sus fuerzas durante dos minutos seguidos, mientras la banda lo acompañaba con una marea de ruido.

Definitivamente, cada regreso de A Place To Bury Strangers nos deja un poco más sordos, y esta vez no fue la excepción. Si bien el formato de sala cerrada y con butacas limitó la posibilidad de saltar o moverse con libertad, la excelente acústica del recinto jugó a favor de la experiencia. Sumado a un sólido line-up de bandas chilenas, el festival se transformó en una jornada inolvidable y en un verdadero homenaje al noise-rock.