Por Ignacio Bataller

En los últimos años, la escena del neofolk, especialmente aquella centrada en los sonidos nórdicos, ha crecido de forma notable. Liderada por bandas como Wardruna, este estilo musical ha logrado superar poco a poco el estereotipo de ser “solo música vikinga”. Tal como lo señala Einar Selvik, su propósito no es “volver a ser vikingos”, sino transmitir un mensaje, conectar con los antepasados, con la naturaleza y preservar el idioma, el arte y la esencia cultural que representa.

Dentro de esta misma línea aparece Skáld, una agrupación francesa que comparte esta visión. Formada en 2018 por Christophe Voisin-Boisvinet, junto a músicos como Justine Galmiche, Pierrick Valence y Mattjö Haussy, la banda ha evolucionado hasta contar con una alineación más amplia, incluyendo a Steeve Petit, Marti Ilmar Uibo, Ravn, Julien Loko, Lily Jung, Kohann, Laetitia Marcangeli y uRYa.

Con una marcada influencia nórdica, Skáld utiliza instrumentos tradicionales y canta principalmente en lenguas antiguas como el nórdico antiguo. Sus letras giran en torno a la mitología escandinava y la cultura del norte europeo. Su más reciente álbum, Huldufólk (2023), consolidó aún más su lugar en la escena, incluso atreviéndose con versiones de temas de bandas como The White Stripes y Rammstein, marcando así una diferencia frente a otras agrupaciones similares.

Chile no ha quedado fuera de este fenómeno. Hace unos meses, en la misma Sala Metrónomo donde se presentará Skáld, la banda rusa Nytt Land regresó al país acompañando a Mortiis, confirmando que el lugar está más que preparado para este tipo de espectáculos. Porque más que conciertos, lo que estas bandas ofrecen es un verdadero ritual: una experiencia inmersiva que no busca la adrenalina del rock o el metal tradicional sino una conexión emocional y sensorial profunda.

Skáld es una de esas bandas que te transporta, que convierte cada presentación en un viaje único. Su show en Chile tiene todo el potencial para ser uno de los mejores del año, y para seguir posicionando al folk nórdico como un género que merece atención y respeto. Con suerte, este crecimiento continuará abriendo las puertas para que más artistas del estilo visiten el país, ojalá más de una vez.