Por Diego Ramírez
El esperado regreso de Angra a Chile estuvo marcado por la emoción de una despedida, ya que la banda anunció su retiro temporal. Este concierto, que celebraba uno de sus álbumes más icónicos, Temple of Shadows, desatando una euforia indescriptible entre los fanáticos, quienes se encontraron en un contexto algo peculiar: el evento se llevó a cabo en un teatro con sillas, lo que contrastaba con la energía metalera que la banda traía consigo.
Desde el inicio, la expectación fue palpable, aunque la demora en la salida de la banda causó algo de impaciencia en el público. Sin embargo, la situación cambió cuando el baterista pidió que todos se pusieran de pie para dar comienzo al show con la poderosa “Faithless Sanctuary”. El público respondió rápidamente, algunos de pie disfrutando intensamente, mientras otros se mantenían sentados y realizando headbanging. No obstante, hubo un detalle técnico que perturbó a varios: la voz del vocalista, aunque potente, no se escuchaba a un volumen adecuado, y los problemas con el retorno fueron evidentes, lo que generó algunas señales y gestos hacia el encargado de sonido.
A pesar de estos contratiempos, la banda logró encender la sala con la siguiente canción: “Acid Rain”, que provocó que todos se pusieran de pie y corearan la letra al ritmo del tema. Cada quiebre de la canción desató una explosión de energía y, a medida que avanzaba el set, la interacción con el público se volvía cada vez más intensa. En “Tie of Changes”, la atmósfera se calmó un poco, con el público más contemplativo, pero rápidamente volvió a la carga con “Deus le Volti/Spread Your Fire”, donde la conexión fue absoluta. El recinto se llenó de manos al aire, cantos, palmas y hasta un moshpit que acabó con las sillas apiladas, transformando el espacio en una auténtica fiesta metalera.
El show continuó con “Angels and Demons”, un tema virtuoso que desató otro mosh más tímido, aunque el público parecía frustrado por las sillas que obstaculizaban el movimiento. A pesar de ello, la ovación al final fue enorme. En “Waiting Silence”, la canción más coreada por el público hasta ese momento, se alcanzó uno de los momentos de mayor conexión, con una interpretación más definida en cuanto a sonido, aunque la voz del vocalista seguía estando por debajo de los instrumentos.
El clímax emocional llegó cuando la banda presentó “Wishing Well”, momento que se hizo aún más especial cuando un fan del público fue invitado a anunciar la canción. Las palmas se desataron, y el vocalista se acercó a la audiencia para cantar entre ellos, lo que profundizó la interacción. A partir de ahí, el show subió en intensidad. En “Temple of Hate”, el público se entregó al metal más pesado, con un deseo de caos palpable. Fue en ese instante cuando comenzaron a corear “¡Olé, olé, olé, Angra!” con una pasión desbordante.
La banda continuó con “The Shadow Hunter”, que inició con una guitarra flamenca que fue recibida con palmas por la audiencia, a pesar de algunos inconvenientes en el sonido. Sin embargo, esto no detuvo la energía del público, que siguió cantando y coreando. La segunda gran ovación no se hizo esperar.
El vocalista, en busca de la máxima conexión, pidió más pasión a la audiencia antes de interpretar “Winds of Destination”. Esta canción encendió aún más el ánimo, con el público respondiendo con un mosh imparable, palmas y una energía constante. La banda cerró el set principal con “Late Redemption”, una despedida emocional del álbum. En esta pieza, el público cantó y aplaudió con fervor, mostrando su admiración y respeto hacia la banda.
El cierre definitivo llegó con “Rebirth”, donde el guitarrista expresó su gratitud y mencionó que regresarían más inspirados tras este retiro temporal. Durante la interpretación, el público se unió al coro con entusiasmo, lo que culminó en una ovación tremenda. La banda se despidió del escenario entre aplausos, pero el público no se movió ni un centímetro. Tras un breve interludio musical, Angra regresó para ofrecer un encore arrollador. Comenzaron con “Carry On”, y la euforia alcanzó su punto más alto: el moshpit se desató, la gente saltó, cantó y vibró al unísono con la banda.
El espectáculo culminó con la banda agradeciendo al público y dejando un recuerdo imborrable. A pesar de los problemas técnicos menores y el formato inusual con sillas, la energía y la conexión con el público fueron indiscutibles, dejando claro que este no era solo un concierto, sino una celebración memorable de su música y legado. Los fans se despidieron entre aplausos, con la esperanza de un regreso aún más potente de la banda.