Por Ignacio Bataller
Foto por Esteban Ramírez – @estebn.rm
Una vez más, queda claro por qué Santiago de Chile es tierra gótica. Andrew Eldritch y compañía regresaron con el único propósito de desplegar un arsenal de canciones clásicas que nunca falla, junto a esos enigmáticos temas inéditos que hacen bailar a su fiel fanaticada chilena.
Tras la apertura de puertas a las 20:00 hrs en punto, el ambiente se encendió de inmediato: todos vestidos de negro y con un aire elegante, más preparados para una fiesta que para un concierto. Y así, cercano a las 21:10 hrs, The Sisters of Mercy volvió a subirse a un escenario chileno, haciendo que el Club Blondie estallara de emoción desde el primer acorde.
El escenario estaba envuelto en humo; solo las luces acompañaban a la banda. No hacía falta nada más para encender una verdadera y oscura fiesta. Andrew Eldritch asumió el papel de maestro de ceremonias y director de orquesta, guiando tanto a la banda como al público. Aunque su voz sonó un poco más ronca y, por momentos, difícil de escuchar por su bajo volumen, eso no arruinó en absoluto la experiencia.
A su lado, Ben Christo y Kai aportaron la energía que el concierto necesitaba. Kai destacó especialmente: no solo mantuvo al público entusiasmado, sino que sus segundas voces elevaron la calidad y la intensidad del show. Con guitarras y bajo, ambos lograron darle potencia a cada canción y reforzar los coros, alimentando el ánimo del público.
Más de 40 años de historia se hicieron sentir sobre el escenario, con los asistentes cantando y bailando casi cada tema, lo que parece ser la mayor motivación de Andrew para mantener viva a The Sisters of Mercy. El repertorio incluyó himnos como «Don’t Drive on Ice», «This Corrosion«, «Ribbons«, «I Will Call You, Giving Ground», «But Genevieve», «Temple of Love» y, por supuesto, «Lucretia My Reflection». En total, fueron 21 canciones que mantuvieron al público en constante movimiento, a ratos incluso en un trance.
Mientras puedan interpretarlas con la misma entrega, seguirá valiendo la pena ver a The Sisters of Mercy. Más que un concierto, es una celebración de su legado. Queda claro que, sin importar cuántas veces Andrew y compañía regresen, siempre será irresistible bailar y cantar en la oscuridad una vez más.


































