Por Byron Ríos
Cuando la escena punk británica dominaba por su furia y nihilismo político, en el pueblo portuario de Ipswich surgió un grupo que buscó romper el molde sin dejar de lado el espíritu del género. A finales de los 70’s nace The Adicts, quienes llevaron el punk hacia una dirección menos inesperada, donde los colores, lo teatral y la diversión fueron su punta de lanza; con trajes blancos, maquillaje y una estética sacada de la clásica “La Naranja Mecánica” (1971), logrando un status de culto con el paso de los años.
A casi cincuenta años de su formación, The Adicts colgará los botines y visitará nuestro país por cuarta vez este próximo 08 de octubre, en el Teatro Coliseo, para despedirse del público chileno en una fiesta obligada para todos los fanáticos del punk. Aunque nunca fueron los más famosos ni los más polémicos, los británicos se ganaron un lugar gracias a su originalidad y constancia. Entre su discografía hay una serie de canciones que se han convertido en verdaderos clásicos, no solo por su popularidad, sino porque condensan el universo sonoro y estético que los define, es por eso que en Ruta Rock nos pintamos la cara, ajustamos los suspensores y botines para entregarte cinco canciones que no pueden faltar en este concierto
Viva La Revolution (“Songs of Praise” – 1981)
Posiblemente el himno definitivo del grupo. Desde su primer acorde surge una descarga de energía que encapsula la esencia más pura del punk: inconformismo, deseo de cambio y una actitud desafiante. Pero a diferencia de otros grupos que gritaban con rabia, The Adicts lo hacen con ironía y fiesta. El coro, cantado casi como si se estuviera en el estadio, se convirtió en un lema coreado en conciertos y en un símbolo del espíritu juvenil que no se apaga con los años.
Joker in The Park (“Sound of Music” – 1982)
En esta una pieza cargada de simbolismo, The Adicts juega con la figura del bufón como metáfora del inadaptado, del que se ríe mientras el mundo arde, pero también del que carga con una tristeza profunda detrás de la sonrisa. Con un violín que marca y cruza todo el recorrido de la canción y una letra introspectiva, es uno de los temas más sofisticados de su catálogo temprano. Muestra que, debajo del maquillaje y los trajes blancos, había una banda con sensibilidad y capacidad de observación social.
Chinese Takeaway (“Sound of Music” – 1982)
Una de las canciones en vivo más celebradas, no por lo que dice sino más bien por la alegría que transmite. Representa la faceta más absurda y divertida de The Adicts, con una letra sencilla y casi surrealista, la canción se convirtió en un favorito inmediato por su ritmo infeccioso y su sentido del humor sin pretensiones.
Bad Boy (“Smart Alex” – 1985)
Canalizando la actitud desafiante del punk clásico, es una canción directa y arrogante, expresada con guitarras que suenan a glam y un pegajoso coro, de energía simple, cruda y directa. En cierto modo, resume lo que hizo de The Adicts una banda diferente: punk que suena sucio, pero baila con estilo.
Numbers (“Songs of Praise” – 1981)
Esta canción es una crítica social en estado puro. A diferencia del resto, aquí The Adicts se ponen más serios, lanzando una crítica social sobre cómo las personas somos reducidas a cifras, una idea sencilla pero contundente. Una estadística, un código, una entidad sin rostro. Frente al tono festivo de otros temas, aquí The Adicts denuncia una deshumanización que sigue tan vigente hoy como en los años ochenta.
La despedida definitiva de The Adicts en nuestro país será el próximo miércoles 08 de octubre, en el Teatro Coliseo y los tickets los puedes adquirir a través de Punto Ticket, con precios que van desde los $34.500 cancha y $40.250 platea baja. Y apúrate que pronto se agotarán.