Por Diego Ramírez

Desde las sombras de Bristol, a fines de los ochenta, emergió un trío destinado a redibujar los contornos de la música moderna. Massive Attack no solo dio origen al trip hop, sino que convirtió la melancolía urbana en arte sonoro, tejiendo un lenguaje propio: introspectivo, denso y profundamente emocional.

Su debut, Blue Lines (1991), marcó el inicio de una revolución silenciosa. Entre los ecos del hip hop, el soul y la electrónica, canciones como “Unfinished Sympathy” y “Safe from Harm” trazaron un mapa sonoro de la vida moderna: vulnerable, frenética y humana. Tres años después, Protection (1994) refinó la fórmula con mayor calidez y una sensibilidad íntima. La voz de Tracey Thorn en “Protection” o “Better Things” convirtió el desasosiego cotidiano en una forma de resistencia emocional.

El punto de inflexión llegó con Mezzanine (1998), una obra maestra que llevó el trip hop a terrenos oscuros y existenciales. Guitarras industriales, atmósferas densas y un pulso casi fílmico sostienen piezas como “Teardrop”, “Angel” y “Inertia Creeps”. Es el retrato sonoro de un mundo al borde del colapso: sensual, amenazante y profundamente bello.

En 100th Window (2003), el grupo se adentra en la era digital. Más minimalista y frío, con la voz de Sinéad O’Connor en “What Your Soul Sings”, el álbum refleja el aislamiento tecnológico y la desconfianza contemporánea. Luego, Heligoland (2010) recuperó la calidez orgánica con colaboraciones de Damon Albarn y Hope Sandoval, y canciones como “Paradise Circus” o “Atlas Air” donde la crítica social convive con la redención emocional.

Más que una banda, Massive Attack es una declaración estética y política. Su sonido es resistencia ante la prisa, su silencio es reflexión frente al ruido. Cada álbum no solo documenta una etapa musical, sino un estado del alma colectiva: de la esperanza urbana al desencanto digital. Hoy, mientras su influencia se extiende sobre generaciones de artistas y productores, Massive Attack continúa siendo un faro de autenticidad.

Este sábado 8 de noviembre, en el festival Fauna Primavera, existe una cita ineludible junto a Massive Attack para quienes aún creen que la música puede cambiar la manera en que habitamos y pensamos el mundo, así como para aquellos que se detienen a contemplar en un mundo y sociedad tan líquida. Entradas disponible vía Fever.