Por Ignacio Bataller
Una de las grandes sorpresas en cuanto a conciertos es la visita de Boris a Chile, celebrando nada menos que los 20 años de Pink, uno de los discos más icónicos de su discografía.
Lanzado en 2005, su décimo álbum fue clave para posicionar a la banda fuera de su país natal, abriéndoles camino en la escena underground del rock, metal y punk a nivel mundial.
Pink recibió elogios de la crítica, especialmente por incorporar una mayor dosis de melodía dentro del sonido abrasivo característico del grupo. Es considerado su gran punto de inflexión y figura en numerosas listas como uno de los mejores discos de metal o de cualquier género de los 2000.
Su base musical se apoya en el metal, con influencias de doom, sludge, stoner y thrash, pero fieles a su naturaleza ecléctica, también exploran el ambient, hardcore, garage punk, noise, dream pop, post-metal y post-rock. Su manejo “reflexivo” y “contenidamente poderoso” del shoegaze es visto como uno de los mayores aciertos del álbum.
Al momento de su lanzamiento, aunque algunos críticos fueron duros en sus reseñas, el disco fue ampliamente aclamado. Su impacto fue tal que el sello Sargent House lo reeditó en 2016, recibiendo nuevamente excelentes críticas que destacaban su frescura y vigencia.
Pink ha marcado profundamente tanto a medios y fanáticos como a la propia banda. Ya celebraron su décimo aniversario con una gira, y ahora, en su vigésimo año, vuelven a recorrer el mundo demostrando que este álbum simplemente no envejece.
Esta vez, Chile está incluido en la celebración, y todo apunta a que será uno de los conciertos más memorables del año. Solo queda sumergirse en el universo bizarro de Boris y dejar que Atsuo, Takeshi y Wata hagan temblar el Club Chocolate.
Entradas disponibles vía Ticketmaster.