Por Bayron Ríos
Fotos por Juan Kattan – Kattan.ph
Lo de anoche fue de esos shows atípicos que llegan al país, tener en cartelera a dos potentes nombres dentro de la escena musical mundial juntos en una jornada solo se puede encontrar en festivales o en un concierto de primera línea. Pero como nuestro país está acostumbrado a sorprender de alguna manera en todos los niveles posibles, el día de ayer tuvimos la oportunidad de vivir una velada que quedará marcada a fuego junto a dos artistas que cruzan generaciones: hablamos de la histórica Kim Gordon junto a St. Vincent.
Tras la apertura con la siempre certera Chini.PNG, a cargo de la cuota nacional con la Ley N° 21.205, los ánimos se trasladaron rápidamente hacia la ex Sonic Youth, referente máxima dentro de la escena y que por primera vez se presentaría en plan solitario en nuestro país, por lo que la ansiedad era palpable. Siempre política y directa, no por nada vestía una polera con la leyenda “Gulf of Mexico”, Kim Gordon comenzó su misa con la potente “BYE-BYE”, mientras todo el Caupolicán miraba en trance, atónitos, la figura de la estadounidense.
Los que esperaban algún guiño a Sonic Youth, se podían ir al carajo porque Gordon venía a presentar casi en su totalidad “The Collective” (2024), su más reciente trabajo de estudio. Entre atmosféricas capas y disonantes guitarras, Kim no tenía problemas en transitar desde un afilado autotune a ruidosos riffs, como en “Psychedelic Orgasm” o “Dream Dollar”.
Lo de Gordon fue un show denso, oscuro, incómodo, difícil de digerir a momentos pero que dejan un buen gusto luego de probarlo y es que la artista conoce al dedillo las formas de llevar su arte un paso más allá, así como también obligar al espectador salir de su zona de confort y moverlo hacia el siguiente nivel.
Una vez finalizada la misa de Kim Gordon, hubo una suerte de recambio en el público entre quienes esperaban la presencia de Annie Clark sobre el escenario. Tras unos 10 minutos más tarde de lo pactado en el papel, las luces se apagaban para darle la bienvenida a St. Vincent en su tercera visita al país.
La presentación comenzaba junto a “Reckless”, también en un modo muy eclesiástico con Clark, enfundada de negro, abriendo los brazos mientras una potente luz la iluminaba por detrás. Pero toda la parsimonia inicial se lanzó por la borda con “Fear The Future” con la cantante apoderándose del escenario y lanzando unos guantes que vestía hacia el público.
Los primeros minutos del concierto fueron una locura, “Los Ageless” la rompió en todo el Caupolicán, mientras que en “Broken Men” Annie Clark sacaba a relucir toda su sensualidad paseándose de un costado a otro en el escenario, tirándose al suelo, armando toda la perfomance; coronando todo en “Birth in Reverse”.
La cantante mostró gran parte de lo que es su último disco “All Born Screaming” editado el año pasado, con canciones como “Big time Nothing” con un sonido muy Prince y que es elevado gracias al virtuosismo de la artista en las seis cuerdas. También hubo un guiño a nuestro país con “Violent Times”, canción que Clark comparte a dueto con Mon Laferte en “Todos Nacen Gritando”, la versión en español de su reciente placa.
La gran postal que quedará de este concierto fue en “New York”, en donde Annie Clark se lanzó hacia el público en un divertido crowdsurfing que la llevó a recorrer casi toda la cancha, mientras gritaba por sus zapatos en un perfecto español. Tras devolverle su retorno y las botas desde el público, la cantante cerraba el show con la canción que le da el nombre a su último trabajo de estudio, saliendo rápidamente del escenario.
Luego de unos minutos tras bastidores, la banda regresa al escenario y con Annie Clark haciendo un guiño futbolístico a lo sucedido en Brasil con la Universidad de Chile, cayendo unos vítores por parte de los bullangueros presentes. Cerrando el círculo, la cantante finalizaba su concierto con “Candy Darling” acompañada solamente del teclado, entregando una versión acorde al momento con la voz de Clark resonando como un eco para la posteridad.
Aunque el Teatro Caupolicán no estaba lleno del todo, se sintió a cada uno de los asistentes que estuvieron haciendo el aguante a cada artista. Una jornada redonda en la que todos fuimos ganadores, una noche excepcional por el nivel, propuesta, vigencia e importancia de Kim Gordon y de St. Vincent, en una de esas veladas únicas que a veces nos ofrece este angosto pasillo llamado Chile.