Por Bayron Ríos

Imagen: Andie Borie – Dg Medios

62 mil personas, en un Estadio Nacional completamente vendido, fue el saldo que dejó la primera de las dos noches en el regreso de Iron Maiden a nuestro país, a cinco años de su última visita. Los británicos dieron rienda suelta a un concierto lleno de teatralidad, en donde repasaron material de su último trabajo de estudio, “Senjutsu” (2021) y con un especial hincapié en la clásica placa “Somewhere in Time” (1986). Y como ya es habitual en estos conciertos, las generaciones se unen y entrelazan en una gran masa que no paró de saltar y cantar, haciendo retumbar al coloso de Ñuñoa.

Cuando el reloj marcaba las 21 horas con cuatro minutos, la locura se desataba con la clásica “Doctor Doctor” original de UFO y señal inequívoca que Maiden se acercaba ya al escenario. Tras otra canción introductoria, a cargo de Vangelis y su música para los créditos de la película “Blade Runner”, el juego de luces se encendía para iniciar la fiesta con “Caught Somewhere in Time”, haciendo estallar a todo el Estadio Nacional y que no dudó en prender, por lo bajo, cuatro bengalas en cancha, creando una de las postales épicas de la velada.

Con un gran telón de fondo, que iba cambiando acorde al setlist, apoyado de dos pantallas laterales que le sumaban potencia al gran lienzo central, servían de ayuda visual a las historias que narraba la banda. Con la excelente “The Writing on the Wall”, un enorme Eddie arriba de una moto y envestido como un mercenario post apocalíptico se adueñaba del escenario. Siguiendo con el repaso a su más reciente trabajo de estudio, el sexteto despachaba “The Time Machine”, canción que recoge el galopante sonido clásico Maiden, entre las guitarras marchantes y el trepidante ritmo de Nicko McBrain en batería.

Con imágenes del sampler utilizado en la grabación original, correspondiente a la serie británica “The Prisoner”, y con La Villa de fondo, la canción homónima fue una de esas joyitas con especial dedicación para los fanáticos más acérrimos a la Doncella de Hierro, que no dudaron en corear este clásico oculto de 1982. La teatralidad se hacía presente nuevamente con “Death of the Celts”, con un intenso verde llenando todo el escenario y un espeso humo que imitaba la bruma en las montañas de la región, todo esto con una gran cruz celta en el telón.

El clásico estricto “Can I Play With Madness” prendía a todo el estadio rápidamente, ávido por los hits más calados y conocidos de los británicos. “Heaven Can Wait” trajo otro de las postales de la jornada, con un intenso “tiroteo” entre Bruce Dickinson y el cibernético Eddie correspondiente al “Somewhere in Time”, en la primera de las apariciones de la mascota de Maiden. En esta décima visita de los ingleses al país, uno pensaría que ya han tocado todos sus grandes éxitos pero la Doncella siempre guarda sus sorpresas; por eso uno de los momentos más esperados llegó con “Alexander the Great”, canción que jamás habían interpretado en el país y que fue celebrada por todo el estadio. Punto aparte a la imponente figura de Eddie como el malogrado conquistador en la línea de fuego.

Y si hablamos de postales, una visita de Maiden no es válida sin la tremenda “Fear of the Dark”, clásico absoluto que puso a corear con fuerzas a todo el Estadio Nacional las guitarras y que en cancha se vivió con mucha intensidad, saltando sin parar durante toda la canción e iluminando el sector con seis bengalas como mínimo. La fuerza del momento se mantendría con “Iron Maiden”, trayendo la espectacularidad del show con un Eddie caracterizado como guerrero nipón, propio del imaginario del último disco y con una enorme cabeza en medio del escenario. Tras unas palabras de agradecimiento por parte de Bruce Dickinson y prometiendo volver en un par de años más, los británicos abandonaron rápidamente el stage, dando fin a la primera parte del concierto.

Luego de unos minutos fuera del escenario, Iron Maiden regresaría a desatar el mismísimo infierno en Santiago con “Hell on Earth”, junto a un impresionante juego de lanzallamas y con Eddie como la Estatua de la Libertad, al igual que la clásica imagen de “El Planeta de los Simios”, como telón de fondo. El final del concierto se ponía en tierra derecha con la imbatible “The Trooper” entre mosh y bengalas, para cerrar en lo alto junto a “Wasted Years”, sellando así en dos horas de concierto la décima visita de la Doncella de Hierro al país.

Para nadie es sorpresa que Chile sea un país metalero y Iron Maiden es la prueba más contundente de esta afirmación. Todo el mundo quiso estar presente y entregar los respetos a la banda más importante del género, desde los más niños hasta los más adultos; la familia del metal llenó cada espacio del Estadio Nacional. Y aunque ya es notorio algunos ripios en la banda y su interpretación, como el desempeño de McBrain luego de su derrame cerebral y en algunos pasajes la voz de Dickinson no llegando a sus característicos tonos altos, el resto de la banda se echa al hombro estas carencias con Steve Harris como el motor fundamental de este engranaje.

Los británicos también no dejan de sorprender, más aún cuando ya se encuentran en las últimas fechas de esta gira, Maiden ya tiene listo un nuevo tour mundial que comenzará en mayo del próximo año.

Lo de Iron Maiden en Chile es más que un espectáculo, es una experiencia de vida para todo aquel fanático de la música, más allá si te agrada o no el metal, si conoces solo los hits o eres un especialista de los británicos. Iron Maiden es una verdadera fiesta y aquí en Chile se celebra con todo.