Si, es directamente objetivo llegar a la conclusión de que el día martes 13 de esta semana, quedó marcado por la mejor presentación que Pearl Jam ha dado en nuestro país, y que cimentó oficialmente la relación de amor mutuo entre la fanaticada chilena y la banda. Se sabía que esa histórica noche no sería igualada este viernes 16 de marzo en Lollapalooza, pero lo que ocurrió fue una jugada segura, y que se robó el corazón de todos para siempre.

La banda de Seattle tiene trayectoria de sobra para poder encantar a un público masivo en todos sus niveles, y lo ocurrido ayer en la finalización del primer día de Lollapalooza, fue una recopilación de grandes éxitos e himnos, que -combinadas de una épica performance, y un sonido excelente-, hicieron saltar, desmayar y mover a un mar de gente que estuvo esperando desde las 12 en punto en el Parque O´Higgins, solo para presenciar a la banda que les devolvió las ganas de vivir. «Release» fue escogida como opener en su recital del martes, y  parecía ser la más adecuada para abrir en el VTR Stage. Pero la banda llegó con otra energía, esa cercanía y reflexión mostrada en el Movistar Arena, fue cambiada por una dominante y energizante alma de rock, actitud y pasión, que fue mostrada por todos sus integrantes. «Corduroy» dio comienzo de manera inesperada, para que se diera un relevo a las baladas acústicas de «Elderly Woman» y «Nothingman», conectando con los sentimientos de la gente, y la unión de algunas almas en el proceso. La corrida de temas que llegaría a suceder, fue de esas en donde el aguante y la valentía tienen que coexistir entre sí, para deleitarse con el rock y la rabia que estaban siendo puestas en escena. «Why Go», «Do The Evolution» y «Even Flow» desordenaron la cancha en todas sus formas, con algunos disfrutando el momento mientras otros trataban de sobrevivir al oleaje de hits que estaba siendo desplegado en el transcurso.

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El grupo en ese punto ya se estaba consolidando por una presencia que destacaba por el desquite, la fiesta, y la ira, lo cual llevó a que Eddie Vedder hablará sobre la unión del pueblo contra gobiernos corruptos, o de la búsqueda y necesidad de buenos líderes en el mundo. Fue tanto así, que tocando nuevamente su nuevo tema «Can´t Deny Me» (el cual debutó el martes), avanzado el show, tomó una máscara de Trump, con el título de la canción escrito en la mejilla del disfraz, e hizo mofa a la imagen del polémico presidente de los Estados Unidos, mientras se bebía el vino directamente de la botella. Pero en los himnos como Alive y Jeremy, la garganta masiva de la reja y sus alrededores cumplieron con el deber de seguir cada verso y línea de guitarra o bajo, y lo dieron todo sin cansancio. También hubo espacio para los covers de Comfortably Numb (Pink Floyd) y Rockin in the Free World (Neil Young), que -con sello y respeto-, pudieron hacer cantar a todos los conocedores musicales, y además mostrar el lado pirotécnico de la banda, con más exactitud y precisión que en la versión del 2013. Y como siempre, en máxima paz, «Yellow Ledbetter» finalizó una jornada enérgica, en donde Mike McCready terminó sentado en la tarima del escenario tocando las icónicas notas de guitarra de la canción, con Jeff Ament siendo la arma secreta de la noche con Boom Gaspard, y Stone Gossard con capucha por el frío de los vientos del parque, pero con el calor de la guitarra rítmica intacto en su ser. Eddie Vedder simplemente un carismático y elocuente frontman, el cual vive de sus interpretaciones, manejando su cuidada voz barítono a otros temples y matices, escuchándose  muy completo en esa arista. Matt Cameron nuevamente sólido y adecuado para tocar en la batería los clásicos.

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Como expliqué al inicio, hay bandas que tienen la cantidad suficiente de temas conocidos para formar un setlist, y terminar con gloria un show. Pero independiente de los repetidos o usuales que sean algunas canciones, Pearl Jam siempre se asegura de tener un lapso de tiempo en cada gira, para dejar la barra alta en todas estas aristas. Eddie, Mike, Stone, Matt, Jeff y Boom iban todos en una misma sintonía de rebeldía, potencia, locura y mucho rock and roll. Lo que pudimos percibir fue un homenaje al legado de su trayectoria, pero también a las grandes presentaciones y actos de los cuales el rock depende para que viva. ¿Pensabas que el rock de estadio estaba muerto o parecido? Pearl Jam viene ahora dar la cátedra y longitud para que esta tradición viva para siempre. Y con eso, la aprobación de sus fanáticos frente al crecimiento masivo del quinteto.

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Una despedida temporal, que finalizó con Eddie señalando que «llegaría a tomarse muchas piscolas». Así terminarán muchos después de esta noche, solamente que en vez de una resaca de pisco, la caña será una depresión post concierto, que permanecerá intacta por una semana, y que dejará claro que nunca quedaremos satisfechos con una o dos visitas, sino las que sean necesarias hasta el fin de los días.