Por María Fernanda Verdugo

La noche del jueves 19 de octubre, la Blondie se llenó de luces, guitarras envolventes, ruido y mucha espontaneidad. De eso y mucho más se trató la tercera vez de DIIV en Chile. El quinteto de Nueva York había pisado escenarios nacionales por última vez el 2015, cuando se presentaron en el Primavera Fauna de ese año y en un sideshow semi gratuito en la Ex Oz, ambas presentaciones utilizadas para estrenar canciones que formaban parte de un disco que se encontraba recién en formación. Ayer fue la ocasión para presentar finalmente aquel álbum ya concretado y lanzado en 2016, Is The Is Are, así como para hacer un repaso a los clásicos de su primer disco, Oshin (2012).

Esta nueva fecha de Estudio Estéreo contó además con el show de Adelaida. Directo desde Valparaíso, este trío liderado por Jurel Sónico demostró ser una muy buena elección para telonear. Presentando su nuevo disco lanzado a principios de este año, Paraíso, Adelaida se encargó de calentar motores, entregando un show rico en sonidos pulidos y definidos, pero también punzantes y agudos. Las gráficas proyectadas, junto con un sonido muy bien trabajado, terminaron por hacer de la presentación de los porteños un show muy completo y auténtico.

Pasadas las 10 de la noche, fue el turno de la agrupación liderada por Zachary Cole Smith. Sólo bastó que se escucharan los acordes de la instrumental “Druun pt.2” para que el ambiente más sereno que había dejado la banda telonera evolucionara rápidamente a un mar de gente que vibraba y se movía en la misma sintonía.

Lo que se proyectó detrás de la banda durante toda la presentación, fueron grabaciones caseras, en formato análogo que, revelando sus momentos más cotidianos del backstage, ensayos y de lo que se trata hacer música con tus amigos, generaron una atmósfera nostálgica y de una gran sencillez y sinceridad de parte de la banda.

Esta tercera presentación de DIIV en Chile estuvo marcada, sin dudas, por la espontaneidad. Siguiendo un setlist sujeto a todos los cambios posibles, la banda se dio el tiempo de escuchar al público y pedir que señalaran sus canciones favoritas o simplemente las que quisieran escuchar. Así es como eso se tradujo en un show movido por temas de su último álbum como “Dopamine”, “Out of Mind” y “Healthy Moon”; pero también parte de lo que fue su primer disco que incluía, por ejemplo, una de las más celebradas por los asistentes, “Doused”.

Lo que generó DIIV fue una suerte de burbuja de luces y ruidos que podían pasar desde o más sutil a lo más penetrante desde un momento a otro. Sin necesidad de regirse por las reglas de un determinado estilo o género musical, la banda se paseó por la suavidad del dream pop, la agresividad del grunge y ondas más psicodélicas. A través de sonidos reverberantes y guitarras bulliciosas y etéreas a la vez, hicieron bailar, saltar y pasearse por sobre las cabezas de los demás, a todos los que fueron testigos de un show marcado por la nostalgia y la naturalidad sobre el escenario.