Poco antes de las 00:00 del día 28 de octubre, entre el silencio de la noche aparece muy poco desapercibido (porque todos estaban esperándolo) “El hombre puede”, tercer disco de los Ases Falsos.

Las expectativas estaban muy altas, los propios miembros de la banda aseguraban un avance en el sonido respecto a lo anterior, baterías Nirvaneras, guitarras influenciadas por Pixies, un sonido más noventero y a decir verdad, se puede considerar un triunfo absolutamente logrado, en un disco que si bien es mucho más corto que sus antecesores, mantiene una calidad -me atrevo a decir- mejor, debido a se que logró mantener el avance obtenido con el tiempo en las letras, en la vida propia que tiene ahora la batería, en la guitarra de Martín del Real mucho más cruda y emotiva, pero se retrocedió al pasado a rescatar el sonido tan característico de los Fother Muckers, aquel timbre ruidoso que se mantuvo escondido durante la metamorfosis de la cual nace “Juventud Americana”.

A diferencia de los otros dos discos anteriores (“Juventud Americana” y “Conducción”), “El hombre puede” es un disco difícil de no escuchar completo, la unión de las melodías (aunque cada una tenga un matiz propio), hacen tener el pie pateando el piso al ritmo de las 10 canciones, tiempo en el cual es bastante complejo sentir el paso de los 37 minutos, ya que el álbum se siente mucho mas corto; cabe destacar, un notorio esfuerzo del vocalista Cristóbal Briceño por siempre dar un paso más allá, por no quedarse donde está a pesar de que actualmente tiene todas las facultades para hacerlo, y jugar con sus límites vocales en pro de un sonido nuevo y constantemente mutando.

Si se debieran definir los puntos más fuertes del disco, la maravilla comienza en «Chakras – Gehena», que a pesar de que son canciones separadas conforman el inicio poderoso de un disco que viene con todo un armamento de energía bajo el brazo; la fuerza se disipa por un momento en «Fría» que otorga un ritmo mucho más lento que permite al oyente recuperarse para lo que viene más adelante, con un sonido que recuerda a “Mi ejército”: una presencia vocal llena de sentimiento, y con ritmos muy auténticos y pegadizos, bien parecido a los teclados del inicio de la canción de “Conducción”, pero esta vez, a cargo de las guitarras. Finalmente todo acaba con un sonido principalmente acústico en “Trato hecho” que ofrece una melodía que logra envolver el disco en un final preciso, con un deseo de que existiera algún track escondido, pero haciendo justicia al fin y al cabo.

No queda mucho más que decir además de hacer la invitación a escuchar el disco completo, compartido desde el canal de youtube de Quemasucabeza y esperar la opinión masiva.