Mucha era la expectación que rodeaba al nuevo trabajo de Bon Iver, primero porque ya eran 5 años de espera luego de su último disco, segundo porque ese último había dejado la vara demasiado alta, ya que la calidad de su música ha ido in creciendo en cada uno de sus álbumes, por lo que el nivel de exigencia con el que se iba a medir este disco en particular era muy alto, y tercero porque la forma de promoción, portada y títulos de las canciones nos mostraban solo símbolos y elementos desconocidos que no nos daban una idea clara de la dirección que iba a tomar todo esto.

Bajo este escenario es que Justin Vernon nos fue entregando pistas de lo que venía cocinando hace años y que en parte reflejaba muchos de los sonidos de otros artistas con los que había trabajado en este tiempo como Kanye West o James Blake, llenando así la estética musical que ya había construido durante su carrera, de sintetizadores y melodías que suenan más industriales, las cuales cuentan con sonidos más fuertes y potentes.

Sin duda este es uno de los trabajos más diferentes y simbólicos en la carrera de Bon Iver, las letras y composiciones de sus trabajos anteriores tenían más que ver con su vida personal y con cada una de las etapas en las que estaba escribiendo, pero en este caso “22, A Million” representa sus ideas y pensamientos más existenciales, acompañados de la búsqueda del empoderamiento y la auto confianza. La frase con la que comienza el primer track “It might be over soon” es un ejemplo de que en esta oportunidad Vernon cuestiona todo lo que conoce o ha visto y de alguna forma trata de buscar o explicar el sentido de la vida.

Muchas de las canciones que componen este disco son tracks en los cuales predominan los sintetizadores y la voces modificadas, como por ejemplo “10 d E A T h b R E a s T ⊠ ⊠” que es una de las canciones más fuertes, con una percusión y beats muy marcados. Por el otro lado hay canciones como “715 – CRΣΣKS” que nos demuestra que Vernon sigue fiel a sus raíces y que no necesita más que su voz para transmitirnos todas esas emociones que están plasmadas en esa pista. Sin duda alguna “33 “GOD”” y “29 #Strafford APTS” son canciones que puede calzar perfecto en el disco anterior “Bon Iver” ya que nos hace transportarnos a los mismos parajes a los que nos llevaban canciones como “Holocene” y que se han transformado en la esencia de este artista.

Lo que está claro es que en este disco, Justin Vernon tomó todos los elementos de sus trabajos anteriores y los evolucionó creando un material que suena novedoso pero que tiene ese sello característico de cada una de sus canciones. En este caso se nos entrega un trabajo muy bien hecho y perfeccionado, en el cual nada está puesto en ese lugar porque sí, todo tiene un sentido que lo hace un disco muy coherente y cohesivo, de esos que se reproducen de corrido sin saltarse ninguna pista. Si hubiera que criticar algo sería quizás el hecho de que se hace muy corto, ya que muchos de los tracks duran apenas 2 minutos, pero a la vez este es un enganche para dejarnos con ganas de escuchar más y sin duda esperamos poder tener el privilegio de escucharlo en vivo alguna vez.

Lo que se nos entrega este disco es lo que Bon Iver es actualmente, alguien que está en una constante búsqueda de identidad, la cual se refleja de la mejor manera en sus letras y melodías, entregándonos así un trabajo que podría catalogarse dentro de uno de los puntos más altos de su carrera y que lo sitúan como uno de los mejores lanzamientos del año.