«Una banda, un concierto y una ciudad». Los Bunkers tuvieron una de sus últimas presentaciones el 2 de agosto de 2013, en donde la euforia y lleno total fueron los componentes en un imponente recital dentro del Movistar Arena. La propuesta de este documental era clara desde el inicio, y era captar la esencia de Santiago esto a medida que las canciones empezaban a sonar. Imágenes, buenas tomas y los himnos generacionales de uno de los grupos de rock chileno más populares a la fecha.

La fotografía y edición audiovisual a medida eran un poco repetidas mientras avanzaba la película, siendo que en la mayoría de los casos el uso de videos de la capital eran utilizados para darle inicio a un tema, cuando podría haberse usado para complementar las letras (fueron pocas las veces que lograban eso). Detalles, pero que no hacían que esto fuera para nada malo, al contrario, visualmente tenía muy buena grabación, y tomas que te exponían el virtuosismo de los hermanos Lopez, Durán y su batero Mauricio Basualto, con inserts de su gran gama de seguidores, que coreaban a pulmón cada palabra de su trayectoria.

Mientras la cinta llegaba a puntos culmines, habían pausas para mostrar algunos de los procesos tras bambalinas que algunos integrantes tuvieron que pasar. Uno que recalca mucho es el proceso de diseño de las guitarras para el tema «La exiliada del sur» y «Canción para mañana», en donde el arte y postura social de la banda se podía observar.

El setlist expuesto es bueno, e incluso es imposible a ratos no poder cantar un verso de «No hay nada nuevo bajo el sol», «Llueve sobre la ciudad» o «Ahora que no estas»(es simplemente gozador). Y los temas que dieron fuerte en su producción fueron los de su último disco «La velocidad de la luz», en donde se pudo apreciar algunos efectos y filtros que en su mayoría funcionaban, y a ratos cansaban un poquito, pero sin perderte en el enfoque.

Si bien en algunos casos habían buenas ideas con las tomas, tal vez la idea creativa era otra, y se pudieron haber aprovechado mejor, pero este no deja de ser uno de los pocos registros musicales de nuestra música popular con mayor producción. Es una buena experiencia al fin y al cabo, y una gran herramienta para la gente que no tuvo la oportunidad de verlos en vivo, y saber como era ir a uno de sus recitales.