Fueron más de 3 horas de puro metal extremo. Todos veníamos con expectativas altas al tener dos de los monstruos más emblemáticos del thrash y el speed metal.

El lugar elegido fue la discotheque Kmasú Premiere, donde últimamente se han estado realizando conciertos de metal más pesado, lo que se agradece, porque como sabemos cada vez quedan menos lugares.

Cuando llegué el recinto se encontraba medianamente repleto y se estaban subiendo los chilenos de Terror Strike al escenario.

El comienzo se retrasó en aproximadamente media hora, lo que finalmente era un alivio porque moverse por Santiago a esa hora es realmente un infierno.

Era primera vez que veía a los viñamarinos presentarse en vivo, grata sorpresa, buen ambiente, el público respondió haciendo algunos mosh. Sin embargo, el sonido estuvo realmente deficiente. Me pregunto cuándo será el día que se respete a los teloneros. Hemos avanzado: ahora hay una ley que exige teloneros nacionales pero los shows tienen que ser redondos, tanto para artistas nacionales como internacionales. Una vergüenza.

Alrededor de las 20:15 hrs. y luego de una pausa para cambiar instrumentos y sin ningún tipo de parafernalia, salen los legendarios de Exciter al escenario con su formación original. A esa hora, la Kmasú ya estaba llegando a su tope de público.

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Al día siguiente del concierto, me enteré que un grupo grande de personas intentaron entrar al lugar a la fuerza, formándose una batalla campal afuera. ¿Acaso no aprendimos nada del concierto de Doom el pasado abril? Afortunadamente, nadie salió herido y las personas pudieron ser controladas.

Volviendo a lo nuestro. Exciter sonó mucho mejor que sus antecesores de Terror Strike. Vale mencionar que no fue un sonido perfecto, pero sí mucho mejor que lo habíamos escuchado anteriormente.

El público prendió enseguida y los mosh no tardaron en hacerse bien. Dan Beehler llamaba al desorden gritando “Let´s get crazyyy!!” y, ¿cómo no?, todos les hacían caso. Y eso que recién estaban calentando motores. Yo estaba impresionada por la respuesta de la gente, nadie quería que esto se acabara.

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Además, la energía de Dan Beehler en voces y batería era realmente increíble: entusiasmo y rock and roll junto con una buena perfomance, ya que tocar batería en este género y cantar al mismo tiempo, hace que quiera pararme a aplaudirlo.

Como dicen por ahí: “me saco el sombrero” ante Dan. Realmente todo un artista.

Exciter se coronaba con un tremendo espectáculo, digno de sus mejores años porque tocaron canciones tan emblemáticas como Stand up and Fight, Long Live the Loud, Blackwitch, Evil Sinner y Rising of the Dead.

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20 minutos después y cerca de las 22:30 hrs, con una Kmasú completamente repleta los ánimos comenzaban a agitarse aún más, proyectiles iban y venían, de hecho, me llegaron dos latas de chela que afortunadamente estaban vacías (bueno, ¿quién arrojaría una lata llena? Nunca se sabe) y John salía al escenario a acomodar sus cosas y cables. Está bien, un gesto de humildad, amoroso.

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Comienza el show y todos se vuelven locos. Varias personas se lanzan al público y son rescatados por los guardias que se encontraban en la barricada. Como dije antes, latas de cerveza iban y venían, mochilas, zapatillas e incluso un vinilo (creo) estaba siendo utilizado como fresbee. Los mosh desde la altura se veían como batallas humanas, la mitad de los chicos que estaban ahí andaban sin polera, gritando al cielo, disfrutando la música y empujando (sin llegar a hacer daño) a los demás. ¡Qué lindo es el rock and roll cuando todo es buena onda! Era el cumpleaños de Glenn Evans (batería), todos cantamos, llegó una torta que obviamente fue lanzada al público. Un detalle muy thrash metal.

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Nuclear Assault no dio tregua, y si no fuiste, lamentablemente me faltan palabras para describir la energía que se sentía en ese momento: inolvidable, único y totalmente envolvente. Hicieron un repaso por gran parte de su carrera tocando canciones como Rise from the Ashes, Brainwashed, New Song, Critical Mass, Sin, Betrayal y Died in your Arms.

En un momento me detuve a observar a la gente, y sigo reafirmando que Chile es un país metalero, incluso mucho más intenso de lo que podría pasar afuera, en las cunas del metal mundial como Noruega o Suecia, por nombrar algunos países.

Considerando eso, me sentí orgullosa de que la gente que lo único que quería era disfrutar el show, que gritaba de manera catártica y le pedían más canciones a los legendarios porque no habían espacios para pausas. Maravilloso.

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Terminaba un concierto que estuvo la zorra, un concierto que no se va a volver a repetir y que, a pesar de que fueron 3 horas, se me hicieron como nada y hasta quedé con gusto a poco. Sin duda, una jornada redonda con algunos altibajos que no lograron empañar nada, a pesar de que algunos pensamos que afuera aún continuaban los destrozos de los «fanáticos», la verdad es que no y todos nos retiramos tranquilamente de la Kmasú.

Espero, de todo corazón que ese lugar no deje de recibir bandas que en otros lado JAMÁS serían bien recibidas. Una noche redondita, realmente un acierto.

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