Wolf Alice

Por Felipe Gálvez aka @PalabrasTorpes

Los primeros segundos del primer larga duración de Wolf Alice son una declaración de principios. La guitarra se somete a una serie de efectos que indican que todo seguirá esa ruta: pruebas, ensayos, errores y aciertos.

La expectativa de la prensa internacional era alta. Sus primer dos E.Ps fueron brillantes, se paseaban por una serie de estilos, pero que se encaminaban a una propuesta personal y sincera. La NME no se demoró en tildarlos como la última gran banda de Gran Bretaña.

Algo sucedió en la grabación del primer larga duración de Wolf Alice que parece haberlos desviado del camino.

La primera desilusión con respecto a “My Love is Cool” es que todos los riesgos que intentan tomar se pierden, en pasajes, bajo una producción derechamente pop que busca juntar toda la mezcla de influencias y referencias sonoras.

Todos esos guiños nos hacen recordar lo más variado de la escena indie de los noventa. Por momentos nos hace creer que estamos frente a distintas bandas, pero ninguna de ellas es Wolf Alice.

Tras el álbum está el productor de los primeros sencillos de Arctic Monkeys y de discos de artistas como Jake Bugg, Foals, The Kooks y Kane entre otros. Quien, si bien ha trabajado con distintos artistas de la escena indie, ha logrado encaminar a cada uno de ellos en su propia paleta de sonidos. Este no es el caso.

El punto a favor corre en los detalles que se suman a lo realizado en discos pop contemporáneos como Peace o Swim Deep, lo cual revela el espíritu fresco y contemporáneo de la propuesta, pero no hay profundidad ni elementos que nos hagan pensar que este disco será recordado como uno de los grandes debuts del siglo XXI.