Her (2013): el sentido absurdo del amor

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¿Se acuerdan lo intensa que fue Scarlett Johansson en Match Point (2005)? Ya, ahora imagínensela así mismo, actuando de la manera más brillante, pero sólo interpretando la voz. Igual es difícil hacerse esa idea, porque su bondadosa figura se nos viene a la cabeza de inmediato.

En la película, Johansson no sólo interpreta una simple voz, sino que representa la “consciencia” de un sistema operativo (OS). Sí, como Windows o Linux, pero más moderno, hasta el punto de llegar a intuir y resolver problemas (humanos). Incluso, sentir.

Sumemos que el protagonista (interpretado por Joaquin Phoenix) se enamora, como un quinceañero, de esta intrigante y vívida OS ¡Qué loco! Ya está, esa es la trama. Sencilla, pero ojo: no improbable.

Más allá de cualquier enfermedad mental que muchos de ustedes estarán pensando (como añadido de la historia), Spike Jonze, el director de la cinta, se las ingenió para escribirla de modo tal, que se hace muy creíble.

Todo gira en un entorno futuro muy cercano: la evolución inevitable de las tecnologías ligadas a internet, al móvil, a los videojuegos y a las redes sociales. Está todo eso latente en la historia y, a juicio personal, es un “futuro” que ya estamos viviendo (o, por lo menos, está tomando forma). Es cosa de echar un vistazo a los nuevos smartphones o sistemas operativos ¡Son cada vez más intuitivos!

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Ese ambiente, en cualquier caso, es un añadido. El impresionante argumento es una magnífica y elaborada excusa para mostrar algo tan simple como la irracionalidad de estar enamorado. Es decir, buscarle al amor un significado más allá del absurdo que se puede obtener.

Por más que se quiera encontrarle un sentido y tratar de arrastrar las relaciones amorosas a las aguas de la sensatez. Amigo/a, la mayoría no puede, y termina ahogando esa relación. Y eso es porque estamos hechos (con algunas poquísimas excepciones) para compartir la vida con alguien; compartirla, no entenderla.

La película trata sobre todo lo irracional e inevitable de estar enamorado: la fase de encantamiento, la importancia del sexo, la aventura, la reinvención, la soledad, los celos y la sensación de compartir algo. También de lo más ineludible: el carácter terminal de eso…y de todo.

Incluso la película es terminal, dura dos horas aproximadas. Pero ese buen puñado de minutos, mezclados con una historia bien narrada, brillantes actuaciones y, por sobre todo, un buen manejo de recursos audiovisuales, da como resultado un filme novedoso y bello. Además, Jonze se ganó el Oscar por el guión de esta película, apreciado como el más pulentamente original. Aunque eso, también hay que considerarlo como un añadido.